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LA VOZ DE VIGORRA

El coronavirus saca el miedo y lo peor del ser humano

JESUS VIGORRA 27 febrero 2020

Teníamos la sensación de que venía una piedra pero no sabíamos por dónde llegaría la pedrada o en dónde nos alcanzaría. El destino es furtivo: no oímos, cuando finge alejarse o acercarse, porque el destino es lo que se hace a ciegas, lo que se cumple sin saberlo y sin que podemos hacer nada.

Llegó el coronavirus a la península y al día siguiente dio la cara en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla. Caso extraño: un señor que no ha viajado ni a China ni a Italia, que no se ha movido de Sevilla y, sin embargo, lo tiene bien cogido. Y ahora qué hacemos con las mascarillas y todos los profilácticos que hemos agotado con furor consumista para tranquilizar nuestros miedos. Una persona inteligente es aquella que aprende a controlar el tonto que lleva dentro, y puesto que el coronavirus ha venido para quedarse, mejor estar atentos. Vamos a confiar en quienes están gestionando la crisis mientras den información clara, lo expliquen bien y sean creíbles y, por nuestra parte, vamos a leer algo más allá de las redes para saber, por ejemplo, que en el mundo la epidemia presenta en los últimos días más casos de recuperación que de contagio. La tasa de mortalidad de esta enfermedad es de un 3% y solo del uno por ciento en los menores de 55 años.

Peores son las consecuencias que está generando en la economía, en el turismo, en los trabajadores que van a quedarse sin empleo y en los alérgicos y profesionales que no encuentran mascarillas mientras un médico malagueño arrambla con un cargamento que manga del Hospital Clínico. Y no ha sido el único caso de rapiña y cutrez el de este traumatólogo de cuyos pacientes me apiado. En otro hospital de Madrid, el Infanta Leonor, han robado más de cien mascarillas de la enfermería. El género humano no tiene límite cuando se degrada y sublime cuando hace por los demás. Pero a la sanidad pública, donde reparan a ricos y pobres, donde se realiza el mayor número de trasplantes gratuitos de toda Europa, no sé cómo le queda pellejo de tan sableada por los de dentro y por los de fuera. Ahora que vienen mal dadas y reculan los seguros privados, deberíamos respetarla, cuidarla y defenderla con uñas y dientes.

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