La corta cosecha obliga a la aceitera Bañón a presentar concurso de acreedores tras dos siglos de actividad

Dos razones están en el fondo de esta caída. Una gestión dudosa y la retribución por kilo de aceite pactada con los cosecheros. La aceitera Bañón, una explotación agraria e industrial de origen villanovense, y con más de dos siglos de historia, ha ido regateando las dificultades durante los últimos años hasta que ha terminado sucumbiendo en esta corta campaña de precios muy altos. En su acuerdo con los cosecheros, permitía liquidar cualquier cosecha al mejor precio pool.

Este año, con graves debilidades económicas y financieras, Bañón ha terminado cayendo. Poco después de que comenzara la última campaña, su dueño y administrador único solicitó el concurso de acreedores, no en Madrid, donde trasladó hace años su sede social, sino en el juzgado de lo Mercantil de Jaén. Dejaba una deuda que sumaba 3 millones de euros y un centenar de acreedores, la mayoría cosecheros de las comarcas de Cazorla, Las Villas y La Loma.

Ahora son los administradores concursales los que tendrán que ver las fórmulas para pagar las deudas y volver a recuperar estas instalaciones, que no dejan de ser el activo más importante, y casi único, que ahora mismo tiene esta sociedad unipersonal. Por lo que ha podido saber Canal Sur, hay interés de industriales por su renovada unidad productiva con una capacidad de molturación que supera los diez millones de kilos de aceituna al año. Si cuajara la operación de compra-venta, podría salvarse la actividad y una plantilla de siete trabajadores, entre fijos y fijos discontínuos.

Antes de la caída de la Explotación Bañón, los datos registrales reflejaban una cierta rentabilidad, aunque con algunas flaquezas en su estructura económica y financieras. La mercantil obtenía cerca de un millón de kilos y facturaba los dos millones de euros por campaña. Tenía mercado, incluso el 20% en el mercado internacional, y premios, como el Jaén Selección de 2021.