Está considerada templo del flamenco y ha visto nacer a grandes figuras. La familia Picardo, sus dueños, han tomado la decisión ante la falta de relevo generacional. Eso sí, estará abierta hasta que haya traspaso.
La mítica venta Vargas en San Fernando (Cádiz) está en venta. Eso sí, no cierra. La saga Picardo la ha puesto en manos de una inmobiliaria aunque lanza un dardo a las administraciones para que se hagan cargo de un establecimiento que es considerado templo del flamenco y que vio nacer a figuras como Camarón.
No hay una generación detrás de los que regentan el negocio familiar, la familia Picardo, así que han puesto este templo del flamenco en manos de una inmobiliaria.
No se vende a cualquier precio, porque la venta de Vargas es también un museo, y porque la familia, que hasta que haya relevo, dará continuidad al negocio. Quieren que pase a manos que valoren lo que supone para San Fernando, además de seguir con la esencia que tiene este lugar. Incluso, les hubiera gustado que pasará a manos del ayuntamiento o de la Junta:
ABIERTA DESDE 1921
Con la venta se abrirá un nuevo tiempo en la historia de la Venta de Vargas, que se inició alrededor de 1921 cuando a las afueras de San Fernando se abrió este local para servir a la gente que pasaba por la carretera.
Catalina Pérez, una gitana que lo mismo vendía buñuelos en la feria que ropa de forma ambulante, comenzó a llevarla esporádicamente, hasta que en 1937 volvió su hijo Juan Vargas, que había sido cocinero en la Guerra Civil, y le animó a establecerse allí.
Catalina y su hijo Juan crearon así la Venta de Vargas y sumaron al negocio a otra mujer de la familia, María Jesús Picardo. Allí inventaron, cuenta Lolo Picardo, las actuales tortillitas de camarones, cuando decidieron cambiar la harina de garbanzo por una fina capa de harina de trigo a la que le salían "muchos encajes" al freirla.
Además de cocinar, Juan Vargas "cantaba muy bien por alegrías" y "daba cobijo todos los flamencos" en un tiempo en el que no existían ni tablaos ni otros escenarios para ellos.
Con el tiempo se convirtió en un lugar en el que encontrar a "la cantera" del flamenco y descubrir a artistas y en el que, por ejemplo, Lola Flores y Manolo Caracol, vivieron mientras se rodaba la película "Venta de Vargas" (1959).
Fue un espacio fundamental para Camarón de la Isla: "desde los 7 años se pasaba por allí, estaba muy cerca de la fragua de su padre y del puente Zuazo, donde se iba a bañar. Iba a ver a los artistas y a sus amigos del barrio, mi padre y mi tío, era como su segunda casa", recuerda Lolo Picardo.
A los 10 y 11 años ya le pedían que cantara "porque ya cantaba como un cantaor de 70 años". Fue allí donde un día un comerciante aficionado al flamenco, Ricardo Pachón, le encontró un día llorando desconsolado porque un extranjero se había caído encima de su guitarrita y la había destrozado.
Para consolarle, aquel comerciante le montó en su furgoneta camino de Algeciras, en un viaje que le unió al que años después sería el productor de los discos con los que Camarón de la Isla revolucionó el flamenco y se convirtió en una leyenda.
Esa es solo una de las mil anécdotas que se han vivido en este local, cuya historia ha dado incluso para un nuevo musical que acaba de estrenarse.