GRANADA
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Baza vuelve a derrotar al Cascamorras de Guadix con su centenaria batalla de pintura

Esta tradición en torno a la Virgen de la Piedad está declarada de Interés Turístico Internacional y aspira también al reconocimiento de la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad.

Miles de personas, entre vecinos y turistas, han vivido este sábado la celebración sin incidentes, con mucha emoción y grandes cantidades de pintura negra ecológica que reparte el Ayuntamiento. 

CANAL SUR MEDIA 7 septiembre 2025

El estruendo de cohetes, el brillo de litros de pintura negra y la emoción contenida durante un año han vuelto a inundar este sábado las calles de la localidad granadina de Baza con su esperado Cascamorras, una fiesta de Interés Turístico Internacional que ha reunido a miles de personas en torno a una tradición centenaria.

La caída de las temperaturas y un chubasco a media tarde no han sido suficientes para diluir la centenaria batalla de pintura del Cascamorras, una fiesta de también busca el reconocimiento de la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad.

La fiesta del Cascamorras se basa en la leyenda de un obrero morisco, Juan Pedernal, vecino de Guadix, quien trabajaba en Baza cuando se encontró la talla de la Virgen de la Piedad.

Según esa leyenda, Juan Pedernal intentó llevarse la imagen, pero no pudo y, tras varios litigios, se resolvió que la que terminó siendo la patrona de Baza podría salir de allí si conseguía llegar hasta ella inmaculado, sin una sola mancha. Por ello, el Cascamorras, tras salir cada año tal noche como la de este pasado viernes de Guadix, en la medianoche, llega el 6 de septiembre a la ciudad vecina entre bastetanos que lo embadurnan de negro antes de que pueda alcanzar la iglesia de la Merced, donde está la Virgen de la Piedad.

La multitud ha vuelto a convertir en fiesta la derrota del encargado de encarnar a Juan Pedernal, el enviado de Guadix que ha perdido su batalla casi antes de empezarla.

Poco antes de las seis de la tarde, la hora a la que el esperado rugir de tres cohetes marca el inicio del Cascamorras, el cielo se ha pintado de gris como si hiciera un guiño a los litros de pintura negra con los que Baza ha marcado, un año más y como siempre, la derrota accitana.

La amenaza de tormenta no ha vencido a la borrasca de sentimientos en un sábado multitudinario en el que han convivido los que pintan de siempre al Cascamorras y los turistas atraídos por la tradición.

Fran Vera, el Cascamorras de este año, ha protagonizado una carrera multitudinaria y lenta, porque mover a miles de personas ha resultado este sábado especialmente complicado.

Esta fiesta comenzó hace más de 530 años cuando Juan Pedernal encontró en el vecino municipio de Baza y durante unas obras la imagen de la Virgen de la Piedad, patrona de los bastetanos, y quiso llevarla a su pueblo.

La falta de acuerdo entre los dos municipios vecinos provocó que la justicia de entonces, con un dictamen ideado para no mojarse, estableciera que un representante de Guadix fuera una vez al año a tierras bastetanas y, si llegaba limpio al templo que resguarda a la Virgen de la Piedad, se llevaría la imagen a casa.

Nació así una batalla de pintura en dos tiempos que hoy ha repetido el resultado de siempre, una derrota por la que el Cascamorras volverá a Guadix el próximo martes para rendir cuentas a los suyos, un regreso para escribir con pintura indeleble una tradición que quiere ser eterna.

Miles de personas han acompañado al Cascamorras en una carrera con un operativo especial de seguridad coordinado por el servicio de emergencias 112 que ha terminado sin incidentes.

Los miles de litros de pintura negra ecológica que reparte el Ayuntamiento de Baza han dibujado el recorrido de una nueva batalla de la que ya escribió Cervantes en El Quijote.

Lenta, con casi tres horas de fiesta que han parecido más un descenso en familia que una carrera, la historia ha terminado con el ya tradicional "Y no se la lleva, y no se la lleva".

Y tras esta nueva derrota, Guadix volverá a castigar a su Cascamorras por haber perdido, de nuevo y como siempre, la batalla, la que se le ha escapado en cuanto ha empezado la fiesta, con el primer abrazo de la tradición centenaria.

Un año más, dos ciudades han coloreado juntas una fiesta que es pasión, fe, historia y tradición, cinco siglos de emociones con pinta de Patrimonio de la Humanidad.

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