"A las puertas de la cárcel" con 75 minutos

Andalucía es la comunidad autónoma con más reclusos en España. Más de 14.000 presos residen en los 19 centros penitenciarios que hay en nuestra tierra. Suponen el 32 por ciento de todos los internos españoles. Hoy 75 Minutos es testigo del trasiego de personas que se produce en las puertas de las cárceles andaluzas. Conocemos a los que trabajan en la frontera de estos muros, como a un agricultor, al dueño de un chiringuito o al conductor de un autobús que llega hasta la barrera. En este programa, nos detenemos a seguir la historia de los que salen de permiso y de los familiares que están ansiosos por reencontrarse con sus presos. Y, además, nos preguntamos por la capacidad que tiene la sociedad para reinsertar a los que logran la libertad, ya sea condicional o total. Un asunto que se abordará de manera más detenida en “La Mirada de Bea”, el nuevo espacio que Canal Sur Televisión estrena el martes 20 de septiembre, tras la emisión de 75 Minutos.

Frente a la cárcel de El Puerto de Santa María hay un pequeño huerto que ya se ha hecho famoso entre los familiares de los presos. Allí cuida calabazas y tomates uno de los obreros que ayudó a levantar la prisión. Hoy recuerda junto a Beatriz Díaz cómo ha cambiado este centro, uno de los más poblados de España con alrededor de 1.000 internos.  La reportera comprueba que la puerta de la cárcel es un hervidero de historias cada fin de semana, con la idea y venida de familiares y de los presos que salen de permiso.

Ha sido una de las noticias de este verano. Alejandro entraba en prisión tan solo por hacer una compra de 79 euros con una tarjeta de crédito falsa, según explicaba el joven granadino. Tres meses después, Javi García acompaña a su familia y a su novia a la cárcel de Albolote, donde tendrán un vis a vis muy especial mientras esperan un indulto que no llega. El reportero indaga en los motivos que llevan a Alejandro a entrar en prisión y en la situación en la que ha dejado a su familia.

Paco conoce en Almería a Javier, un preso en libertad condicional desde hace 23 meses. “El día que entré en prisión fue impactante por la mala educación que tenían algunos presos, tuve pesadillas, hasta soñé que me daban una paliza”, recuerda con tristeza el almeriense, condenado a 7 años de prisión por acumulación de delitos de robo y pertenencia ilícita de armas. “Empecé a drogarme con 14 años y lo dejé hace 8 con la ayuda de la iglesia mormona, Proyecto Hombre y mi familia”, señala orgulloso por su recuperación. Su hermana Mari Tere, auxiliar judicial, se lamenta de que, algunas de las veces que lo detuvieron, ella estaba en el juzgado trabajando. “Han sido 20 años de lucha, un infierno, pensaba que no iba a ser capaz de salir de la droga, que iba a poder con él, así que menos mal que ha cambiado”, sentencia. Para Carmen, la esposa de Javier, “lo más duro fue que lo metieron en la cárcel 8 años después de que hubiera cometido los delitos, cuando ya habíamos rehecho nuestras vidas”.

La reinserción es el capítulo pendiente para la mayoría de los presos al salir de la cárcel. En Andalucía, diferentes entidades y asociaciones intentan abrir puertas a los que están a punto de cumplir su condena o vuelven a estar en libertad. De este modo, la Casa de la Buena Vida, en Málaga, acoge a algunos presos, entre otras personas con problemas de exclusión social. “La reinserción de la gente que pasamos por la cárcel es mentira. Yo necesito una oportunidad para trabajar. No pido limosna, sólo un trabajo”. Así se expresa Joaquín, un chico sevillano que hace 4 años decidió cambiar de vida. Joaquín llegó a la Casa de la Buena Vida después de pasar 7 años por prisión. En esta casa, trabaja y colabora con los más necesitados y como él, Francis y Claudia cumplen parte de su condena aquí. Claudia ya ha pasado en prisión 4 de los 6 años de sentencia por tráfico de drogas.  Ahora está en libertad condicional, duerme en un Centro de Inserción Social (CIS) y por las mañanas sale a trabajar. Es la encargada de la limpieza y la cocina en la Casa de la Buena Vida, en el barrio de Palma Palmilla. “No merece la pena nada... Me he perdido la infancia de mis hijos y eso no me lo devuelve nadie. Es preferible comer un trozo de pan con aceite pero hacerlo tranquila rodeada de tu familia”. Claudia y Francis salieron a las 8 de la mañana del CIS y regresan por la tarde. De su mano, veremos cómo pasan el día en semilibertad y rodeados de su familia.

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