Ucranianos en Andalucía, nueve meses de exilio

A punto de cumplirse los nueve meses de guerra, Rusia ha anunciado esta semana su retirada de la ciudad ucraniana de Jersón y su repliegue en el tercio norte. Un duro revés para Moscú, y un primer paso hacia la esperanza para Ucrania, que se enfrenta a su invierno más duro, con cortes de electricidad en distintos puntos del país.  Los refugiados ucranianos siguen con interés la última hora del conflicto. Algunos han encontrado en Andalucía un nuevo hogar, y también la posibilidad de un futuro. En este tiempo muchos han aprendido ya nuestro idioma. En Los Reporteros escucharemos sus palabras... y sus oraciones por la paz.

¿Cuántas cosas de la vida, además de la vida misma, se pierden en un bombardeo ? ¿Y cuántas vidas se dejan atrás huyendo de ellos? Seis millones de ucranianos, en su mayoría mujeres y niños, han huido del infierno. La guerra, mientras tanto, sigue su curso. Los que lograron escapar no pueden volver, y aquellos que querrían escapar hoy mismo, ya pueden hacerlo.

No hay nada más mas oscuro que una guerra, pero incluso en la negrura más absoluta es posible encontrar un a luz de esperanza.

La familia de Juan De Dios, en Gibraleón, es una familia como cualquier otra, quizá algo más extensa y heterogénea que la mayoría. Estela fue acogida en esta casa hace seis años y es española. Vadim y Zahar son hermanos, nacieron en Ucrania y llegaron hasta aquí en marzo, con su madre, en plena guerra y tras una peripecia extraordinaria.

Gibraleón, como otros muchos pueblos de Andalucía, se puso en marcha inmediatamente. Un impulso solidario que habría de enfrentarse a no pocos obstáculos. Juan de Dios Martín fue uno de esos valientes que, de la nada, consiguió llenar un autobús con 50 personas en Ucrania y traerlos para España. Entre ellos venía Ganna, enferma de cáncer, que realmente, iba a salvar la vida de sus hijos. Cuando comenzaron las vacaciones escolares Juan de Dios acondicionó su casa de campo para pasar todos juntos el verano, si saber que el desenlace era inminente. Ella falleció el 20 de agosto acompañada de su hijo mayor.

Vadim y Zahar no regresarán a Ucrania por el momento. Vadim, ya es mayor de edad y quiere llevar los apellidos de Juan de Dios. El acogimiento del pequeño Zahar es más complejo, pero los tramites legales avanzan

La expedición que trajo a Huelva a Ganna y a sus hijos no es muy diferente a las que han llegado a otros puntos de Andalucía. Los hombres en edad de combatir siguen en el frente así que el éxodo ucraniano es esencialmente femenino.

Si bien muchas de estas familias carecían de recursos y han logrado viajar e instalarse gracias a la solidaridad, la mayoría de los refugiados lo han hecho por sus propios medios.

La mayoría tiene un perfil de personas con estudios superiores que tenían trabajo en Ucrania y que tuvieron que salir precipitadamente su país para huir de la guerra. Es el caso de Svitliana Dibukh. Esta joven, natural de Kiev, es una economista especializada en estadística. Habla tres idiomas y, además, es compositora. Llegó a Huelva hace tres meses huyendo de la guerra. Recuerda que la vida en Kiev era muy bonita: "yo tenía planes en mi vida, yo tenia trabajo, yo tenia hobbys , yo tenia muchas cosas en mi vida y sobre todo yo tenia futuro, ahora yo no sé si hay este futuro".

Cuando comenzó la guerra pidió ayuda a sus amigos onubenses mientras denunciaba a través de las redes sociales la masacre que acababa de dar comienzo. Los bombardeos condujeron a Svitiliana a una crisis nerviosa. Así que echó mano de sus ahorros, hizo las maletas y el 27 de julio tomo un autobús a España. Fueron tres días de viaje, algo más de cuatro mil kilómetros, atravesando cuatro países diferentes hasta llegar a Huelva.

En Huelva ha encontrado cierta tranquilidad pero regresaría a Kiev mañana mismo si la guerra terminara. Mientras tanto, vive en una habitación de alquiler y busca un trabajo que de momento, no encuentra.

A pesar de todo, Ucrania, resiste, quien sabe por cuanto tiempo. Un país en pleno combate que reza mientras tanto, por la paz y la victoria, desde cualquier lugar del mundo. Hoy en un día especial en la iglesia de San Demetrio de Tesalónica, sede de la iglesia de Ucrania, en Sevilla. Se cumplen diez años de la consagración de este templo, donde cada domingo se celebra la misa según el rito oriental, una de las 24 liturgias diferentes que contempla la religión católica.

A diferencia de la misa en España, que se desarrolla según el rito latino, la misa oriental es cantada, de principio a fin. La estética es mucha mas luminosa y la liturgia gira en torno a un elemento esencial, el iconostasio, una mampara de madera finamente tallada y decorada con iconos que separa el presbiterio de la nave central del templo. Es aquí donde se consagre la eucaristía, por ejemplo. Una especie de santuario que se comunica con el exterior mediante tres puertas que se abren y cierran según marquen los oficios. La central, la llamada la puerta del cielo, solo puede franquearla el sacerdote.

Las familias acuden a la misa dominical luciendo la Vishivanka una blusa tradicional que el pueblo ucraniano ha convertido en una prenda patriótica y el símbolo de la resistencia. De hecho, esta iglesia viene funcionando desde el comienzo de la guerra como como un centro de ayuda a los refugiados y es aquí donde se organiza el envío de ropa y alimentos a Ucrania. Ayuda que sigue siendo imprescindible, especialmente ahora que se acerca el invierno. Todos aquí viven la distancia como un desgarro. También Anatoli, que tienen a parte de su familia repartida entre Rusia y Ucrania.

El rito del agua bendecida pone a fin a la misa en la Iglesia de San Demetrio. De repente, el coro entono un nuevo canto. Pero no es un himno religioso. Aun no han muerto la gloria ni la libertad, la fortuna nos será propicia y los enemigos se desvanecerán como el rocío bajo el sol: así comienza el himno que todo el mundo esta cantando, el himno de Ucrania.

Que será de los que combaten, de los que lograron escapar y de aquellos que tratan de hacerlo? ¿qué senderos nos conducen a un callejón sin salida y cuales nos pondrán a salvo?