Tierra y mar

Vinos sin complejos: los caldos más jóvenes sin pasar por la barrica

En el corazón de la Sierra de Montilla, una familia de vitivinicultores ha apostado por comercializar los vinos más jóvenes sin pasar por la barrica y descubrimos qué es el velo de Flor.

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En pleno corazón de la Sierra de Montilla, Córdoba, en el Pago Benavente Alto están los viñedos del Lagar La Primilla.
Un lugar privilegiado desde el que se divisan pueblos como Aguilar de la Frontera, Monturque, Lucena y hasta Cabra pero también por la calidad del terreno.

El Lagar la Primilla es una empresa familiar cien por cien. Manuel, transmite a Servando su sobrino, sus conocimientos sobe todo lo que concierne a la uva, a la poda, a la elaboración de vinos… un hermoso ejemplo de relevo generacional.
La vivienda, las bodegas, la tienda, la prensa, todo está situado en medio de la finca que abastece a este negocio que ha pasado de generación en generación.

Dos características hacen diferentes a esta explotación: su éxito en el tema de enoturismo y su apuesta por el vino de tinaja, hasta ahora considerado como un hermano menor.

En las visitas guiadas que organizan, porque como ellos dicen, el vino no es sólo para beberlo sino también para contarlo, el velo de flor es el gran desconocido para los no iniciados.

En su catálogo han incluido un nuevo tipo de vino para adaptarse a los nuevos gustos de lo más jóvenes, el frizzante, dulce, joven y de poca graduación.

Su nombre es Eterna Sonrisa y detrás una historia conmovedora. Una familia de emprendedores, felices de hacer lo que hacen, y que disfrutan de cada momento del año.

Vinos sin complejos, como los califican, que empiezan a despertar la curiosidad de los bodegueros más reconocidos y que compiten con los más clásicos. Todo un proyecto y un sueño hecho realidad.