La técnica y la calma son las claves para hacer que vuelva a respirar una persona que se asfixia por atragantamiento. Es lo que hizo la policía nacional Patricia García, que salvó la vida de una niña de menos de dos años en Madrid.
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Es el caso angustioso, en el que un padre apareció ante la comisaría de la localidad madrileña de Parla, llevando en un carrito un bebé cuando tenía ya los labios amoratados, porque se había atragantado con un trozo de regaliz y no podía respirar. Los policías salieron al oír voces de auxilio y la agente Patricia García, fue capaz de desatascar las vías respiratorias de la niña, practicándole la conocida maniobra de Heimlich.
La salvadora explica que es muy distinto la forma en que se hace esta maniobra a un bebé, que a un adulto. Explicándolo de forma breve, se coloca al niño boca abajo apoyándolo en nuestro antebrazo y sujetándole el mentón con esa mano. Entonces hay que dar unos golpecitos entre los omóplatos. En este caso, eso fue suficiente, aunque la maniobra varía si no responde a la primera.