Todo apuntaba a que Sara, tras varias intentonas, había cumplido finalmente su amenaza de suicidio. Una de las limpiadores del célebre parque sevillano contribuyó a desmentirlo. Fue un asesinato.
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El parque de María Luisa de Sevilla es una de las joyas más apreciadas de la ciudad, visitada constantemente por miles de vecinos y turistas. Por la noche, sin embargo, el paisaje humano cambia dramáticamente. Así lo explican en el reportaje quienes mejor lo conocen, la policía y el personal de mantenimiento.
Aquel 24 de febrero de 2016, Sara mandó un mensaje por teléfono despidiéndose de los suyos. Aquejada de estrés y ansiedad, no era la primera vez que lo hacía. En esta ocasión, ya de noche, entró en el parque de María Luisa, cargada con barbitúricos prescritos por su psiquiatra. Llegó a tomárselos. Aunque no eran suficientes para provocar el suicidio, sí para dejarla aletargada e indefensa ante lo que ocurriría después.
Al descubrir por la mañana el cuerpo, la policía encontró restos de medicinas, concluyó que se trataba de un caso de suicidio y mandó al servicio de mantenimiento del parque que limpiara lo que quedaba en el lugar de los hechos. Carmen Moreno, la limpiadora de turno y muy aficionada a la serie de investigación policiaca "CSI", decidió guardar los papeles y otros objetos del lugar, en una bolsa. Esa precaución resultó providencial. Forenses, policía y prensa coinciden en que sin esa bolsa nunca hubiera sido posible detener al feroz violador y asesino que destruyó la vida de una mujer de 31 años.