Desde que la Unión Europea ha prohibido utilizar microplásticos en ciertos productos, se buscan alternativas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
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Los microplásticos son partículas plásticas menores de 5 milímetro que entran en nuestro cuerpo a través de la alimentación y la respiración.
Se encuentran en muchos productos de higiene como la pasta de diente, geles o cremas, pero también en muchos alimentos como la sal, los moluscos, pescados o carnes.
Por ello, el Proyecto Remonda ha creado un bioplástico a partir de la cáscara de la naranja. Una de las componente de este proyecto, Marina Pérez, nos cuenta cómo surgió la idea de utilizar las 6 toneladas de naranjas amargas que se producen en Sevilla al año.
Si quieres saber más sobre este proyecto pincha el vídeo.