Francisco Javier Sánchez Bandera, es un cantaor malagueño conocido con el nombre artístico de Bonela Hijo. Empezó en el mundo del flamenco de la mano de su padre, Niño Bonela, un reconocido cantaor de Casarabonela con el que comparte el gusto por las saetas. El cantaor reconoce que su padre ha sido fundamental porque le transmitió su pasión por el cante y, en concreto, por la saeta. “Mi padre fue mi fuente y mi espejo. Con 40 días de vida ya me tenía en el carrito en la tribuna principal de Málaga rodeado de saeteros”, nos descubre.
Francis Bonela empezó a cantar con 8 años y desde el principio se atrevió con la saeta. Con 12 años ya ganó su primer concurso y desde entonces ha conseguido un total de 140 premios, entre los que destacan varios en Córdoba y La Unión, y de saetas en Málaga, Jerez o San Fernando, así como el premio de la Fundación Cristina Heeren para jóvenes talentos.
En declaraciones a Portal Flamenco para el Especial Saetas, Bonela Hijo le muestra a Manuel Curao el fervor que siente por su padre, un hombre fuerte que ya ha cumplido los 89 años. Dice que era un saetero magnífico, que hasta con 70 años apretaba porque “tenía un caudal de voz muy potente y en un balcón sin megafonía sobresalía de los demás”.
Francis Bonela confiesa que su estilo de saetas ha evolucionado. “Antes me gustaba la saeta más floreada pero escuchando a Agujetas sé lo que quiero”. Padre e hijo tienen gustos parecidos y han cantado muchas veces mano a mano. “Mi padre se picaba y todavía canta a gran nivel”, revela. Se reconocen en la escuela clásica y ortodoxa de la saeta, seguidores de Pepe el de la Isla, de Coín, Pastora Pavón, Isabelita de Jerez y Manuel Mairena.
Bonela Hijo es profesor del Conservatorio Superior de Música de Jaén. Cuando enseña saetas prefiere irse muy atrás en el tiempo porque las saetas actuales le parecen otro cante. “Las saetas de hoy no tienen nada que ver con las antiguas y prefiero que escuchen desde el origen”, asegura.
A la hora de poner ejemplos nos habla de la singularidad de la saeta malagueña que, según los viejos (menciona a María la Faraona o Antonio de Canillas), consistía en un cante a dos voces: “uno empezaba por seguiriyas y el otro terminaba por martinetes. Hoy ya lo hace un cantaor en solitario”. También destaca la saeta de Casarabonela que “es la saeta llana, muy poco conocida y que yo meto cuando tengo oportunidad”.
Por último, Francis Bonela se confiesa un enamorado de la Semana Santa, pero desde la perspectiva de un cantaor profesional se muestra muy crítico con el trato que la saeta recibe desde hace años por parte del mundo cofrade. El cantaor entiende que la nueva generación que dirige las hermandades ha devaluado lo que era una forma de vivir y denuncia que “en Málaga, cada vez se tiene menos sensibilidad con la saeta. La tradición ha cambiado a peor. Mi padre nos daba de comer durante meses con lo que ganaba en la Cuaresma y la Semana Santa”. Eso sí, reconoce que lo que se ha perdido en la calle se ha ganado con los actos de Exaltación de la Saeta, que se han multiplicado.