La mucosa lingual puede adquirir distintas tonalidades de color por afecciones o infesta de determinados productos.
La lengua, fundamental en el sentido del tacto, tiene habitualmente un color rosado que es el tono de la membrana mucosa que la recubre, y que puede adquirir determinados tonos por el consumo de determinados dulces o por determinadas afecciones. Por ejemplo, el color marrón puede deberse a un consumo excesivo de tabaco o por una mala higiene bucal; el color negro pueden provocarlo determinados fármacos. Los piercing pueden provocar también coloraciones provocadas por bacterias.