Siempre hemos considerado a los árboles signos de robustez e inmutabilidad pero ahora sabemos que experimentan cambios también durante la jornada.
Siempre hemos identificado a los árboles como estructuras vivas sinónimos de inalterabilidad. Recientes estudios hechos con superficies arbóreas del centro de Europa demuestran que esto no es así y que durante la noche los árboles languidecen y disminuyen sus funciones vitales. La explicación podría estar en el hecho de que al ponerse el sol la función clorofílica a la que dedican la totalidad de su tiempo desaparece y entran en hibernación hasta un nuevo amanecer.