PIONERAS (II)
PIONERAS (II)

Victoria, muerte y resurrección de Betty Robinson, la "sonrisa de América"

Una historia de Manuel Ladrón de Guevara

 

4 agosto 2019

Manuel Ladrón de Guevara


Una historia de 
Manuel Ladrón de Guevara

 

 

"No se puede poner límites a nuestros sueños. Cuanto más soñamos, más lejos se encuentra la meta"

(MICHAEL PHELPS)


"Para ellas la gracia, el hogar y los hijos. Reservemos para los hombres la competición deportiva"
. Con esta frase cerró su discurso de inauguración de los JJOO de 1928 el Barón de Coubertin, padre de los Juegos modernos y contrario a la participación de las mujeres en ellos.

Hubo presencia femenina en los JJOO desde 1900, pero nunca en atletismo. Fue una robusta y guapa chica de Illinois, Elizabeth Robinson, quien el 31 de julio de 1928 se colgó el primer oro olímpico de la historia del atletismo femenino. Fue en la carrera de 100 metros, logrando además un nuevo récord del mundo. 

La pequeña Betty, que apenas tenía 16 años protagonizó una gesta que hubiese resultado excesiva incluso para la ficción. Meses antes, sus únicas carreras las realizaba para alcanzar el tren que la llevaba cada mañana al colegio. Un día uno de sus profesores la vio correr y le propuso hacer una prueba en la pista de atletismo. Meses después la pequeña Betty se colgaba la medalla de oro en los Juegos de Amsterdam.

Un accidente de aviación la dejó prácticamente inválida dos años después. El hombre que la recogió no la llevó al hospital, sino directamente a la morgue. Pero Betty estaba viva. Logró superar sus secuelas y ayudó al equipo americano de relevos a ganar el oro el los JJ00 de 1936, celebrados en Berlín.

La "princesa olímpica", la "sonrisa de América", como se la conocía, tuvo después una vida larga y feliz. Falleció en 1999 a los 87 años. Hoy pocos se acuerdan de aquella primera campeona, que tuvo que pelear contra el crono, contra los prejuicios y contra el destino. 

 

 

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