El sevillano Melchor Rodríguez García, exnovillero, anarquista de la CNT-FAI, salvó a miles de personas de derechas en la guerra civil. Sin embargo, su talla humana -un paradigma en medio de aquel conflicto fraticida- no es conocida por el gran público.
Posteriormente fue encargado, tras el golpe del coronel Casado, de entregar Madrid a las tropas franquistas como concejal y último alcalde de la república. A pesar de su humanitaria actuación, fue juzgado por los vencedores y condenado a 20 años de cárcel, de los que cumplió cinco. Su entierro, en 1972, congregó a anarquistas y miembros del régimen en un caso único en la historia española. Su vida parece sacada de una película de ficción. Tal y como él decía, “se puede morir por las ideas, nunca matar”