FÚTBOL ES FÚTBOL
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Gol de Alexis en Balaídos y algún episodio de la "Guerra del Fútbol"

Una historia de Manuel Ladrón de Guevara

 

1 julio 2019

Manuel Ladrón de Guevara


Una historia de 
Manuel Ladrón de Guevara

 

 

El fútbol es un milagro mediante el cual Europa aprendió a odiarse sin destrozarse”

(Paul Auster)

Cuenta Miguel Gila en sus memorias que a principios de 1937 se encontraba combatiendo contra los franquistas en la Sierra de Madrid. Tenía apenas 17 años, un niño. Él sus compañeros fueron capaces de parar la guerra: “El día primero de año de 1937 desafiamos al enemigo a un partido de fútbol. Concertamos la hora, salimos de las trincheras, construimos las porterías con ramas de árbol clavadas en el suelo y se inició el partido. Les ganamos por seis goles a dos. Cuando volvíamos y ya estábamos a punto de meternos en nuestras trincheras, comenzaron a dispararnos; pero creo que no lo hacían porque éramos rojos y ellos nacionales, sino porque les habíamos metido seis goles. Esto fue lo que les cabreó.”

El episodio se parece mucho a otro ocurrido en las trincheras de la Gran Guerra, en la Navidad de 1914. Soldados ingleses y alemanes pararon la guerra para jugar un partido de fútbol. Fueron, por cierto, más civilizados que aquellos fascistas españoles y esperaron al día siguiente para seguir pegándose tiros.

Cosa grande, el fútbol. Capaz de parar una guerra o de provocarla, como aquella entre Honduras y El Salvador descrita de forma magistral por el maestro Kapuscinski. Crea amistades y enemistades que lo son para siempre y sin remisión. La mayoría de esas rivalidades necesitan de la mitología tribal para justificarse y engrandecerse. Son odios atávicos, que no precisan explicación, que se explican en sí mismos.

Luego, hay otro tipo de encono, que surge en un momento determinado de la manera más estúpida. Algo así les ocurrió a dos clubes, dos equipos, dos aficiones, que jamás tuvieron motivo alguno para aborrecerse, el Real Betis y el RC Celta. Todo nació una noche de marzo de 1997. Betis y Celta se enfrentan en el Villamarín en una de las semifinales de Copa. Es una gran Betis, dirigido por Serra Ferrer, con un equipo en el que disfrutamos de Toni Prats, Vidakovic, Alfonso, Jarni o Finidi. Está fuerte en la Liga, no bajará de la quinta posición en toda la temporada. El Celta tiene también un buen equipo. Lo entrena Fernando Castro Santos, y en su once titular encontramos a Chemo del Solar, Mazinho y al zar Mostovoi. Pero los gallegos marchan mal en la Liga, pelean por evitar el descenso, y lo fían todo a la competición del KO.

Aquella noche los aficionados béticos presencian un partido feo. El Celta se mete atrás, deja pasar el crono, pierde todo el tiempo que puede, utiliza todo tipo de argucias. Sus jugadores se lesionan una y otra vez. El Betis se desespera. Hasta tal punto, que en el minuto 71, con un jugador celeste en el suelo, Nenad Bjelica decide seguir la jugada y con la complicidad de Alfonso marca el 1-0. El Celta se indigna y hay conato de tángana. Pero el gol, por cierto buenísimo, es definitivo. Bjelica, centrocampista croata que llegó al Betis precisamente desde el Celta, jamás se arrepintió de seguir la jugada. Años después, en una entrevista a eldesmarque.com declara: “No me arrepiento. Volvería a hacer lo mismo”. Hay opiniones para todos los gustos. Al día siguiente en El País Paquiño Correal titula “El Betis gana con una patada al Fair Play”.

El partido de vuelta se juega el 2 de abril, y aquello es la guerra. Lo televisamos en Canal Sur. Y abro un paréntesis para hablar de otra guerra. La “Guerra del Fútbol”, en la que nos involucró Lopera a los periodistas de la RTVA. No les canso aquí con las extravagantes ocurrencias de don Manuel, con sus amenazas a compañeros y el veto a todos nosotros para acceder al Estadio y a sus jugadores. Los partidos que la FORTA retransmitía desde el Villamarín tenía que venir a producirlos Telemadrid, con su unidad móvil y sus técnicos. Nosotros recibíamos la señal y lo narrábamos, Quino y yo, desde nuestros estudios. En uno de aquellos partidos, para darle más verosimilitud al asunto, decidimos hacer una conexión a pie de campo. Mi compañero Ángel Gámiz, desde uno de los estudios, nos dio todos los detalles de última hora. El realizador le puso un croma con la señal del Estadio detrás, con lo que la sensación para el espectador era de una verosimilitud absoluta: Gámiz estaba en la banda del Villamarín. Alguien le va con el cuento a Lopera: hay un periodista de Canal Sur dentro del Estadio. Lopera monta en cólera y manda a sus servicios de seguridad a rastrear el campo. Todavía deben estar buscando al gran Gámiz por las entrañas del Villamarín. Nos reímos mucho entonces, y nos seguimos riendo cada vez que lo recordamos. Cierro paréntesis.

La vuelta, como decía, fue un infierno. Balaídos lleno a reventar de un público enfadado y entregado. Ratkovic marca el 1-0 e iguala la eliminatoria, el Betis se queda con diez por la expulsión de Juan Ureña... y cuando todo parece perdido, a tres minutos del final Alexis Trujillo recibe de Alfonso y bate a Dutruel. Fue uno de esos goles que uno nunca olvida. La apoteosis bética hizo incluso que a Lopera se le pasara el enfado. Nos lo encontramos camino de la sala de prensa, y nos regaló a Quino y a mí un abrazo muy sentido. Le duró cinco minutos. Llegado ante los micrófonos aprovechó para arremeter de nuevo contra todos sus fantasmas, el primero de todos, Canal Sur.

El enfado no se le pasó con facilidad a la familia celeste. Se lo recordaron al Betis durante algunas temporadas, en cada visita a Balaídos. Pero los años fueron pasando, y lo artificial de tamaña rivalidad ha ido debilitando el viejo encono, que prácticamente ya nadie alimenta ni recuerda. El tiempo, escribió Julio Llamazares “es una lluvia paciente y amarilla que apaga poco a poco los fuegos más violentos”. El tiempo apagó aquella vieja hoguera, aquel viejo rencor, pero volverá a encender otras en el momento y el lugar más insospechados. Que sería si no, del fútbol.

 

 

 

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