Cerca de cien mil manifestantes obligaron a suspender la última etapa de la vuelta. Cancelan la última etapa a 56 kilómetros de la meta de Madrid. Los manifestantes han derribado las vallas de seguridad e invadieron las calles del recorrido. Hay dos detenidos y 22 policías heridos.
Un caos que pone colofón a una Vuelta atípica, convulsa, que sufrió esta cancelación final mientras los ciclistas huían a sus hoteles escoltados por la Policía. No hubo podio, ni himnos, ni ramos de flores; hubo botes de humo, barricadas y disturbios.
La 80 edición de La Vuelta ha finalizado a 56 kilómetros de la meta de Madrid debido a las manifestaciones propalestinas que invadieron las calles del recorrido y que obligaron a la intervención policial, cuando un grupo de manifestantes detuvo el pelotón. Instantes después, el grupo reanudó la marcha, pero ante las noticias que llegaban de la zona de meta y otras calles céntricas, la organización decidió desviar la carrera hasta los Jardines del Palacio Real, donde los ciclistas encontraron refugio. Tras las conversaciones con el director de carrera se detuvo definitivamente la carrera. Los ciclistas esperaron sobre el terreno con sus bicicletas para ser escoltados por la Policía hacia los vehículos de equipo o sus hoteles.
Los manifestantes han derribado las vallas de seguridad y han interrumpido el recorrido por las calles de la capital de España. Ha habido cargas de la policía contra los activistas. Las protestas y los altercados han continuado por varias calles de Madrid, incluso una vez suspendida la última etapa de la vuelta ciclista a España. Un caos que pone colofón a una Vuelta atípica, convulsa, que sufrió una desagradable conclusión mientras los ciclistas huían a sus hoteles escoltados por la Policía. No hubo podio, ni himnos, ni ramos de flores; hubo botes de humo, barricadas y disturbios.
El blindaje policial histórico de la capital, que pretendía evitar incidentes durante su desarrollo, no ha podido conseguir que se celebrara con normalidad. Ya antes de la salida se cambió el recorrido previsto por diversas localidades madrileñas, donde numerosos manifestantes se movilizaron para impedir el paso de los ciclistas. Pero horas después, en la capital, miles de personas han conseguido derribar las vallas de contención e invadir las zonas que formaban parte del recorrido del pelotón, que se ha visto obligado a detenerse a unos 56 km de la meta, en las proximidades del Palacio Real. Ante la imposibilidad de continuar la prueba se ha decidido darla por finalizada.
Durante la tarde ha habido momentos de tensión entre policía y manifestantes. En algunos puntos han llegado a producirse cargas policiales ante el lanzamiento de vallas de contención y botellas en la meta por parte de algunos manifestantes.
De esta manera ha finalizado la edición numero 90 de la vuelta ciclista a España, una edición marcada sin duda por las protestas de manifestantes propalestina.
UNA VUELTA MARCADA POR LAS PROTESTAS
El comienzo de La Vuelta en Piamonte (Italia) con tres etapas, y la cuarta que finalizó en Francia, transcurrieron con normalidad. Todo fue llegar a la ciudad gerundense de Figueras en la quinta jornada y encenderse una mecha de protestas que ya marcaron el camino hasta Madrid. En primer incidente tuvo lugar en Figueras, cuando en la crono por equipos un grupo de manifestantes obstaculizó el paso del equipo Israel Premier Tech. Primer aviso y primer dolor de cabeza para la organización, quien desde el inicio trabajó junto a las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad del Estado por garantizar el buen devenir de la carrera.
Siguieron las protestas, sin incidentes destacados hasta llegar a un grave punto de inflexión. En la undécima etapa con final en Bilbao hubo que neutralizar la etapa a 3 km de meta. No hubo ganador ni tiempos de clasificación. La revuelta marcó la agenda. Se buscaban decisiones, pero nadie sabía quién las debía tomar.
La organización seguía agarrada al cumplimiento del reglamento. El Israel no era un equipo invitado, sino que se ganó la participación por los puntos UCI. La propia UCI se expresó en términos semejantes. El equipo no tenía en sus espaldas sanción alguna de ningún organismo internacional y su participación era lícita. La presencia de banderas y protestas en las salidas, metas y diversos tramos de cada etapa se hicieron habituales. Y llegó otro día oscuro. La decimosexta jornada con meta en Mos Castro Herville, hubo de adelantar la meta 8 km por incidentes. Ese día sí hubo un ganador: el colombiano Egan Bernal.
Para colmo, en la jornada gallega, un manifestante que salió de improviso desde la ladera próxima a la carretera y originó la caída del español Javier Romo, quien se retiró al día siguiente. Se creó nerviosismo extra, se aumentaron los refuerzos policiales y los corredores, algunos reconociendo pasar miedo y temer por su seguridad, decidieron, tras consultar con el sindicato CPA, poder optar por parar la carrera si su integridad corría peligro.
Ya en la Sierra de Guadarrama, en la etapa de La Bola del Mundo, un grupo de manifestantes hizo una sentada al paso de los corredores que obligó a los mismo a pasar por los laterales de la carretera, cada uno como pudo.
El caos llegó en Madrid. Cibeles, Neptuno, Atocha, la Gran Vía se convirtieron en un escenario convulso. Los manifestantes se impusieron a la organización. Vingeggard tendrá que recibir su premio lejos del podio. En definitiva, un hecho sin precedentes, que nadie sabe si se extenderá en otras carreras o en otros deportes. La indignación en parte de la sociedad por los hechos de Gaza ha tenido su espacio en el pelotón de la Vuelta. Y así lo ha reflejado toda la prensa internacional. Se habló mucho de banderas y poco de ciclismo.