Ha conseguido recuperar cuatro de sus más preciadas plumas. La apuesta municipal y de algunos criadores, como el fallecido José Carmona, han hecho realidad el milagro.
Sólo los más recalcitrantes al desánimo jamás dejaron perder la gallina negra y perdiz. Luego ya llegó la recuperación de la barrada y la blanca, tras peinar muchas cortijadas perdidas en el campo.
La gallina utrerana hoy es valorada por su belleza, pero antaño fue su pequeño porte pero gran tamaño de huevos y exquisito sabor de carne lo que la hizo codiciada. El municipio, origen del toro bravo impuesto en el 95% de ganaderías, la utiliza como motor de otras potencialidades.
La utrerana, seleccionada por Joaquín del Castillo a principios del XX de la diversa descendencia de gallináceas que trajeron los fenicios, hoy cuenta con adeptos dentro y fuera de nuestras fronteras, algunos en tierras de lo que fue nuestro imperio colonial africano.