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Descubren el vino más antiguo del mundo en una tumba romana de Carmona

Sustituye a la botella de vino de Speyer, descubierta en 1867 y fechada en el siglo IV d.C, y que se conserva en el Museo Histórico de Pfalz (Alemania)

CANAL SUR MEDIA 19 junio 2024

Un equipo de arqueólogos del Ayuntamiento de Carmona (Sevilla) y la Universidad de Córdoba han descubierto en la localidad sevillana el vino más antiguo del mundo, en el marco de la investigación de una tumba romana hallada en una casa del pueblo en 2019. Se trata de un vino en el que estaban sumergidos en una urna de vidrio los restos óseos de uno de los hombres de esa tumba, donde había evidencias de cuatro personas en total.

Aunque inicialmente era un vino blanco, este líquido con el tiempo ha adquirido un tono rojizo, y se ha conservado desde el siglo I después de Cristo, como han descubierto un equipo del Departamento de Química Orgánica de la Universidad de Córdoba, liderado por el catedrático José Rafael Ruiz Arrebola, y los arqueólogos municipales. Lo han identificado como el vino líquido más antiguo descubierto hasta la fecha, sustituyendo de esta forma a la botella de vino de Speyer, descubierta en 1867 y fechada en el siglo IV d.C, y que se conserva en el Museo Histórico de Pfalz (Alemania).
“Al principio nos sorprendió mucho que se conservara líquido en una de las urnas funerarias”, explica el arqueólogo municipal del Ayuntamiento de Carmona Juan Manuel Román.

No en vano, habían pasado 2.000 años, pero las condiciones de conservación de la tumba, que se había preservado intacta y bien sellada durante todo ese tiempo, han facilitado que el vino mantuviera su estado natural y que se descarten otras posibles causas como inundaciones o filtraciones dentro de la cámara o procesos de condensación.

El reto era comprobar las sospechas que tenía el equipo de investigación: que ese líquido rojizo era vino o, más bien, que en otra época fue vino porque ya había perdido muchas de sus características esenciales, y para ello recurrieron a una serie de análisis químicos, realizados en el Servicio Central de Apoyo a la Investigación (SCAI) de la UCO y que han publicado en la revista Journal of Archaeological Science: Reports.

Estudiaron el pH, la ausencia de materia orgánica, las sales minerales, la presencia de determinados compuestos químicos que podían estar relacionados con el vidrio de la urna o con los huesos del difunto, o su comparación con vinos actuales de Montilla-Moriles, Jerez o Sanlúcar. Gracias a ello tuvieron los primeros indicios de que el líquido fue vino.

La clave para su identificación la dieron los polifenoles, unos biomarcadores presentes en todos los vinos, y gracias a una técnica capaz de identificar estos compuestos en muy baja cantidad, el equipo halló siete polifenoles concretos que también estaban presentes en vinos de Montilla-Moriles, Jerez o Sanlúcar.

La ausencia de un polifenol concreto, el ácido siríngico, ha servido para identificar el vino como blanco, pero aunque esta tipología de vino concuerda con las fuentes bibliográficas, arqueológicas e iconográficas, el equipo matiza que el hecho de que dicho ácido no esté presente puede deberse a una degradación por el paso del tiempo.

Lo que ha sido más difícil de determinar es el origen del vino, ya que no existe una muestra de la misma época para comparar, pero aún así, las sales minerales presentes en el líquido de la tumba tienen concordancia con los vinos blancos que actualmente se producen en el territorio que perteneció a la antigua provincia Bética, sobre todo con los de Montilla-Moriles.
El hecho de que el vino cubriera los restos óseos de un hombre no es casualidad, ya que las mujeres en la antigua Roma tuvieron durante mucho tiempo prohibido probar el vino.

Si los huesos de un hombre estaban sumergidos en vino junto con un anillo de oro y otros restos óseos trabajados provenientes del lecho funerario en el que había sido incinerado, la urna que contenía los restos de una mujer no tenía ni una gota de vino, pero sí tres joyas de ámbar, un frasco de perfume con aroma a pachulí y restos de telas cuyos primeros análisis parecen indicar que se trataría de seda.

La tumba, en realidad un mausoleo circular que probablemente acogió a una familia de alto poder adquisitivo, estaba situada junto a la importante vía que comunicó la romana Carmo con Hispalis (Sevilla) y señalizada con una torre (ya desaparecida).

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