Marbella, 1983. Es la víspera del 25 de agosto, fecha prevista para la boda entre Lolita y el argentino Guillermo Furiase. La madre de la novia, Lola Flores, está preocupada porque quiere que la iglesia esté llena, y teme que en la televisión y en las fotos de las revistas del corazón se vean asientos vacíos. Ha recurrido a Elchano de Cádiz para que le ayude a llenar de público la parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación, con capacidad para 1.200 personas.