En La Mañana de Andalucía de Jesús Vigorra, Antonio García Barbeito dedica sus perversos a los cobertores y las "gangas" políticas. Tenían aún los tiempos coletazos de posguerra, quizá apenas estrenados en los pueblos los sesenta y el perfil de aquella España no perdía la miseria. Llegaban una mañana con su pregón por bandera, mañana de invierno, cruda. Un camión y? sorpresa: abrían el portalón y, amontonadas, las prendas, en la mañana tan fría invitaban a cogerlas. Mantas, cobertores, mantas. Oferta, señora, oferta. Por veinte duros le doy dos cobertores y esta manta también de regalo? ¿Qué dice, no está contenta? Pues le regalo otras dos mantas? Y otra. ¡No haya quejas! El tío de los cobertores iba ganando clientela, y las mujeres que iban a hacer la plaza, a la vuelta ya traían del ladrillo cien o doscientas pesetas: Ay, Señor, qué baratura? ¡Igualito que en la tienda?! Y a eso del mediodía, casi agotadas las prendas, cuando ya se habían marchado los barandas de la oferta, comprobaban las mujeres que de la mitad, la media: cobertores, poca lana, y las mantas?borra y pena de las que no dan calor ni en el verano en la siesta. Así están muchos políticos, ofrecen la vida entera. Dos, familia numerosa, pregona Ximo en Valencia, y billetes de ocho euros, y vacas de veinte tetas, y jamones de jilgueros (auténticos pata negra), y casas a veinte duros, y motos de siete ruedas? Siglo XXI, España. Por las calles se pasean ofreciendo cobertores y mantas de otra manera, gangas, gangas, vengan gangas, pueblo, ven, compra en mi tienda? Ayer no abrigó la manta que vendían cual panacea, y ahora lo que no sabemos es quién va a pagar la cuenta.