Perversos de los muertos

En La Mañana de Andalucía de Jesús Vigorra, Antonio García Barbeito dedica sus perversos a los muertos. Serán ceniza, más tendrá sentido; polvo serán, más polvo enamorado? (Quevedo) Cuando se acabe mi vida, algo que ahora no deseo, que espero que, con salud, pueda tirar mucho tiempo, si algo va a quedar de mí, en la memoria lo quiero. En una reunión de amigos, en la memoria de un beso, unas risas, unas copas, un ¿Te acuerdas? Sí, me acuerdo? Pero que no me hagan sitio donde duermen tantos muertos, no vaya a ser que algún día -nadie está libre de eso- alguien tenga la ocurrencia de quitar de allí mis restos, y yo no quiero mudanzas de lápidas y de huesos. Prefiero que me incineren y las cenizas, al viento, al campo, al río, o guardadas en parte con otras. Quiero que si preguntan por mí voces de sepultureros, alguien les diga: No está; se nos fue a vivir al fuego y del fuego a la ceniza y después no sé, lo siento. Porque vaya los problemas que nos pueden dar los huesos si personas que no quieren nada con lo que era nuestro, dicen un día: ¿Qué hace aquí este en este cementerio? ¡Si este no fue de los míos! ¡Que se lleven esos huesos! Y ahora busque a familiares y que carguen con el muerto, y búsquese algún osario o invéntese un agujero? Y allí seguirán teniendo el problema con los restos: este no me quiere aquí, aquel me quiere más lejos, y así no hay manera, usted, de que estén en paz los muertos. Yo, lo digo y lo repito, cuando la palme, el entierro que termine en una urna con cenizas, y mi cuerpo que no lo lleven, lo traigan con mudanzas y chuleos. Y si alguien quiere encontrarme que se pelee con el viento buscando alguna ceniza que lleve mi nombre dentro.