En La Mañana de Andalucía de Jesús Vigorra, Antonio García Barbeito dedica sus perversos a los muertos Los muertos son una cifra en las desgracias extremas: un volcán, un terremoto, derrumbe de una ladera, un incendio desmandado, inundaciones? La guerra. En los ataques de Rusia a Ucrania, las cifras gruesas hablan de miles de muertos, de destrucción, de miseria? Pero hoy la guerra nos sirve las imágenes sangrientas, la muerte individual de esta espantosa tragedia. Y si dicen dos mil muertos, una cifra, a fin de cuentas. Lo malo es cuando esas muertes una a una nos la enseñan, y vemos niños, ancianos, jóvenes, madres, abuelas? Cada muerte, un duro drama; cada muerto en alguien deja una pena que se alarga. Pensemos que fuera nuestra. Pensemos que un hijo nuestro ha muerto en esas trincheras, o que un nieto que aún no andaba lo destrozó una tanqueta. Para entender el dolor, para entender lo que pesa, no miremos grandes cifras, una a una cada pena. Y pensemos que son nuestros muertos que a una fosa echan, civiles que van huyendo y que en la mirada llevan relámpagos del horror, hambre, duda, miedo, y echan los pasos en esa huida sin saber adónde llevan. No miremos más los números que por miles nos comentan, de víctimas sin salida por el horror de la guerra. Contémoslos uno a uno, uno a uno, que se vengan sus caras -muertos, heridos- frente a frente, y nos sorprendan, y sepamos que un solo, una víctima siquiera, lleva dentro de su vida todo el horror de la guerra. Uno a uno, muerto a muerto. Y serán otras las cuentas.