"Puede que tarde, pero voy, espérame". Este fue el último mensaje que envió María Teresa Fernández, desaparecida en Motril, al teléfono móvil del que era su novio. Desde ese 18 de agosto de 2000, han pasado casi 22 años y nada se sabe de la joven motrileña cuyo rastro se pierde en pleno centro de la ciudad. Su padre, Antonio, la dejó en un semáforo de la calle Cuevas pasadas las nueve y media de la noche a escasos metros de la parada del autobús que la llevaría a la playa. Desde allí, la intención era trasladarse hasta el recinto ferial, pero María Teresa nunca llegó. La última vez que la vieron fue unos minutos antes de las diez de la noche, cerca del Cerro de la Virgen, en dirección a la parada del autobús, usando su teléfono móvil. Instante que mandaría ese mensaje a su novio. Desde el primer momento, los padres descartaron la posibilidad de que María Teresa se marchara de manera voluntaria porque no tenía razones para ello. Tras su desaparición, familiares, amigos y las fuerzas de seguridad la han buscado por distintos puntos. Su imagen ha sido distribuida por todos los rincones del país. La familia incluso anunció una recompensa a quien aportará pistas sobre su paradero, pero nada de ello dio resultado. Los padres de María Teresa, confían en que alguien pueda dar un testimonio o pista fiable para averiguar qué pasó aquel 18 de agosto de 2000. Conversamos con Antonio Fernández, padre de María Teresa.