Los avances tecnológicos y la proliferación de las grandes superficies han puesto en jaque a multitud de pequeños negocios, llevando a muchos de ellos hasta la desaparición. Sin embargo, hay algunos que no están dispuestos a claudicar. Es el caso de la Carbonería Parras, situada en el barrio de la Macarena. Es la última que queda en Sevilla y más que a un proyecto de negocio resiliente responde a un estilo de vida. Luis Aguilar, de 56 años, lleva 40 trabajando en esta carbonería, fundada por su bisabuelo y posteriormente gestionada por su abuelo y su padre. Se trata de un negocio familiar del que también forma parte Carmen Astola, de 81 años, madre de Luis y pilar básico de este lugar tan especial.