En La Mañana de Andalucía de Jesús Vigorra, Antonio García Barbeito dedica sus perversos a las donaciones de Amancio Ortega No falta un necio que salga a ponerle a todo pegas. Desde que empezó a donar el señor Amancio Ortega, en vez de darle las gracias, salen a pegarle leña, diciendo que si da diez bien podría dar cincuenta, y que por alguna parte le habrán salido las cuentas, y que seguro que coge mucho más de lo que entrega, que eso de las donaciones de máquinas muy modernas para combatir el cáncer es propaganda que a Ortega le reporta en sus negocios ganancias muy suculentas. Y si no es así, a ese tío -sujete, amigo, esa lengua- no se le debe admitir que regale lo que quiera. ¿Qué pretende, humillación a los pobres de la tierra? ¿Reírse de los enfermos? Con la salud no se juega. Las máquinas, que las compre el Gobierno, y no ese prenda. Que haga con sus dineros lo que quiera, lo que quiera, pero que no venga aquí regalando a gente enferma máquinas para curarse, que esa papeleta es nuestra. Necios desagradecidos tenemos más de la cuenta. Y extremista que el dinero de los muy ricos desprecian, y que prefieren morir -o, mejor, que otros se mueran- antes que admitir que un tío resuelva la papeleta de máquinas que un sinfín de problemas nos solventan. Pobre gente, pobres almas que con nada están contentas: si no hay máquinas, denuncian; si las regalan, protestan. Necios desagradecidos, imbéciles de a peseta. Ojalá si aquí tuviéramos doscientos Amancio Ortega.