En La Mañana de Andalucía de Jesús Vigorra, Antonio García Barbeito dedica sus perversos al volcán. PERVERSOS DEL VOLCÁN Es natural mis amigos, no me ha cogido de extraño. Viendo cómo está la cosa de alegría y de relajo, que escasean las mascarillas y se prodigan abrazos, y se prodigan los besos con esta efusión de manos? Es normal que ocurra, digo, lo que nunca imaginamos. La gente por esas calles está feliz celebrando el fin de la gran clausura y ha vuelto a lo de otros años. Procesiones en la calle, que si tronos, que si pasos, costaleros, porteadores o como quieran llamarlos, que ya saben que la vida tiene sentido con santos, con músicas, con cohetes, fiesta por todo lo alto. Y como hay hasta toros, ¿de qué vamos a privarnos? Y entonces allá en la Altura, que también estaban hartos de tanta fiesta prohibida y de pobre calendario, dijeron, ¿de qué manera todo esto celebramos? Y, claro, como La Altura no va a ir a comprar mantos, ni a encargar bandas de música, ni a tirar desde el tejado como una lluvia floral pétalos, pétalos, pétalos! Y se han ido a las Canarias, a La Palma, más exacto, y le han contado el problema al mismísimo Vulcano. ¿Una erupción de volcán? ¡Qué va, pólvora, muyayo! y ocho bocas escupiendo fuego para celebrarlo, y la lava, que se arrastra y va terreno ganando. Esa es la verdad del cuento: pirotecnia de lo Alto. ¿O acaso el cielo va a ser menos que son los humanos? A. García Barbeito