Perversos de lo esencial, por Antonio García Barbeito.

Casi un año ya y la calle sigue en la calle caída. Banderas a media asta en toda la economía, ni se levantan persianas ni hay voces llenas de vida de pregones ofreciendo su principal mercancía. No puedo pensar en Málaga tan cerrada y encogida, solitaria, con el viento dejando sus carnes frías, sin el calor de la gente. Tristeza como noticia. Miro la calle y la calle no es la calle de otros días. Un cementerio sin cruces con llanto de mascarillas, cadáveres de negocios, luto en todas las esquinas. ¿Qué hace Málaga cerrada si la luz que tiene encima necesita abrirse huecos por donde salir al día? Adelantados jazmines de una biznaga marina, hay velas que por el mar vuelan buscando salida. ¿Qué hace Málaga cerrada, si es abierta Andalucía? Las ordenanzas lo piden, las ordenanzas obligan: ¿Negocios? Los esenciales. ¿Qué no es esencial hoy día, si alguien puso su dinero, su trabajo, su familia, se levantó con el alba, trabajó con mil fatigas y se acostó muy cansado? Y así, un día y otro día, procurando que los gastos no se coman la comida, a ver si vemos la luz, a ver si el negocio empina... Y viene el virus cerrando puertas de la economía. Negocios, los esenciales. Para un pobre que se estira, esencial es cualquier hora de cualquier mes, cualquier día. Esencial es abrir puertas; cerrarlas, una ruina. Y cuando hay hambre, esencial es la ventaja más chica. A. García Barbeito