Perversos de la borrasca Filomena

Y le pusieron de nombre Filomena a la borrasca. Filomena, amor al canto, pero a ver qué guapo canta, si no podemos, de frío, ni articular las palabras. Y todo por culpa tuya, Filomena de mi alma. Allá arriba, nieves, nieves, que está media España blanca. Y aquí abajo, aquí abajo es carámbano la cara y carámbanos los dedos y hasta carámbano el alma. Y lo peor, Filomena, es que vienes y te cargas la ilusión de mucha gente de disfrutar las rebajas. Con el virus acechando y tú con frío y con agua, entre impermeable, guantes, abrigos gordos, bufandas, botas que aquí no nos pegan porque son de la montaña, y coronándolo todo el socorrido paraguas, tú me dirás, Filomena, quién se apunta a las rebajas, Aunque los precios nos tienten y pensemos en la ganga. Lo teníamos pensado y la lista era muy larga: Calcetines, calzoncillos, camisetas, pantys, bragas, jerséis de cuello vuelto, abrigos buenos, de lana, zapatos que hoy valen diez y ayer cincuenta costaban. Y ya que estamos de compra, detalles para la casa, algo de electrodomésticos, algo de ropa de cama, total, cuatro desavíos de los que hacen más falta, que en algo habrá que gastar -si queda algo-, la paga. Y ha llegado Filomena y ha puesto la cosa mala, ha estropeado la calle con frío, con viento y con agua, y así, entre ella y el bicho no hay un cristiano que salga. Anda, vete, Filomena, caliéntate al sol, miarma, ¿o no sabes lo que aquí nos gustan unas rebajas? A. García Barbeito