La historia de Moro comienza en los años 70, cuando aparece por el pueblo un perro seco, esquelético, sin raza, sin dueño al que todos le dan de comer. De pronto, muere un vecino del pueblo y al inicio de la comitiva se ve a Moro acompañando a la comitiva hasta el cementerio. A partir de este momento, el perro acompaña todas las comitivas fúnebres desde la iglesia al cementerio.