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Los juramentos de la Constitución

La política tiene razones que la razón no entiende, y el sentido común tampoco. Si invitáramos a unos amigos a cenar ¿permitiríamos que hablarán mal de nuestra casa, o de nuestro barrio o de nuestra familia? Si vienen a nuestra peña, caseta o palco, permitiríamos que increparan a nuestros socios, a nuestros amigos o a los jugadores de nuestro equipo? si así procedieran, Diríamos aquello de en mi casa mando yo y ya estáis tomando la puerta. Eso es lo lógico porque no vamos a consentir que vengan a chulearnos a nuestra propia casa. Pues bien, lo que en la vida cotidiana es lo natural, en política no vale o, al menos, en la política del Congreso de los Diputados, donde reside la soberanía del pueblo español. A veces, como en la sesión de ayer, lo peor del pueblo español ¿Cómo es posible que a la hora de votar y a la hora de jurar el cargo un buen número de diputados renieguen de España, invoquen la santa palabra libertad (siendo ésta la que les permite hacer el burro en el congreso) y digan aceptar la constitución con el desprecio del " por imperativo legal y en tanto que llega la independencia", mientras están en nómina desde el día siguiente de las elecciones? España solo parece un país normal cuando juega la selección española. La inauguración de la XIV legislatura, que según la presidenta del Congreso iba a ser una preciosidad de día, fue un auténtico batiburrillo de gritos, fatuidad y desbarajuste. España toda de Carnaval vestida nos la pusieron, para que no acertara la mano con la herida. Y la herida es grande y sigue abriendo brecha de Galicia a Teruel. Si Pedro Sánchez sigue pensado investirse con los votos de Esa Esquerra Republicana, que exige delante de sus narices la autodetermianción, aviados estamos.