Hoy en la sección Se ha escrito un crimen hablamos del crimen de Los Galindos, uno de los más sangrientos del S.XX. Nos remontamos a la tarde del 22 de julio de 1975, una columna de humo salia desde el interior del cortijo de Los Galindos. Lo que parecía un incendio que había devorado un cobertizo, se convirtió en un crimen múltiple. El primer cadáver que se encontró fue el cuerpo de Juana Martín, esposa del encargado del cortijo, Manuel Zapata. La noticia no llegó a Marchena hasta las 8 de la tarde. La tardanza en reaccionar no fue la única circunstancia adversa. La plaza de juez estaba vacante y el juez sustituto de descanso. No había ni agente judicial ni tampoco forense. Pepe Zapico, entonces agente judicial retirado del juzgado de Écija fue el que tomó la iniciativa y localizó al medico local Alejandro Ercenegui y a su hijo estudiante de medicina, ahora médico de Marchena, Ildefonso Ercenegui se dirigieron a la finca. Además de investigadores acudieron curiosos de la localidad sevillana. Los siguientes cadáver que fueron encontrados fueron el de José González y su esposa Asunción Peralta aunque sus identidades solo pudieron comprobarse al día siguiente porque sus cuerpos estaban carbonizados. Ya había tres cadáveres y el cuarto no tardó en aparecer. Era Ramón Parilla el tractorista de Los Galindos, testigo indiscreto que tuvo la mala fortuna de toparse cara a cara con su asesino. El único cuerpo que no fue encontrado fue el del capataz, que finalmente apareció tres días después. El cuerpo se encontraba tendido bajo un árbol y cubierto de paja. El principal sospechoso el marqués y propietario de la finca, Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete, antiguo comandante del ejército en la reserva. Algunos detalles le señalaban como sospechoso. Por ejemplo: nunca dormía en la finca y después de los crímenes pasó dos noches allí. Pero él defendía una teoría, la de los legionarios. El marqués contó a la Guardia Civil que él mismo había dejado dormir en la finca a nueve legionarios que regresaban del desfile de la victoria en Madrid. Según esa teoría lanzada por el noble, los militares habían escondido un alijo de hachís y al regresar por la droga y ser descubiertos, pues desencadenó esa matanza. La Guardia Civil elaboró un relato totalmente diferente. La versión oficial es que José González, el tractorista pretendía a la hija del capataz. La relaciones de los dos fueron tensas a partir de entonces y la tarde del crimen Zapata le había echado en cara al tractorista que no hacia bien su trabajo y por esa razón le asesinó. Luego habría matado a la mujer de Zapata y a Parrilla para no dejar testigos. Luego mataría a su mujer y se suicidaría quemándose vivo. Esta versión no fue muy sólida pero se mantuvo durante ochos años hasta que en 1983 quedó confirmada la exculpación de José González. El forense, Luis Frontela, determinó que José González y su esposa fueron asesinados. El 22 de julio de 1995 prescribió el caso, es decir, que si hoy, alguien se presenta en la Guardia Civil diciendo que es el autor de la matanza, no se podría hacer nada por mucho que se acreditase su culpabilidad y si él diese pruebas de que así fuese. La Audiencia de Sevilla había cerrado previamente el caso en 1989 por no encontrar ninguna vía más de la investigación y que apuntase a ningún autor.