La excesiva exigencia hacia su hijo futbolista, parece en esta ocasión un suplicio para el niño y una losa sobre su autoestima, hasta el punto de que algún observador rompe en lágrimas.
En una cafetería observamos a dos hermanos dispuestos a merendar con su padre, pero uno de ellos, en su lugar, lo que recibe es una auténtica bronca del progenitor, por haber jugado un mal partido. Por contra, el otro hermano recibe el premio de elegir lo que quiera. La situación termina siendo tan desigual y dramática, que los otros clientes reaccionan.
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