Primavera caliente

Definitivamente parece confirmarse que esta primavera que viene será dura... y caliente. Las temperaturas máximas llevan semanas sin bajar de los veintitantos, incluso en Granada, y en la calle la tensión crece por días. Los agricultores y ganaderos, que serán con el tiempo nuestros chalecos amarillos (ya lo verán) recrudecieron sus protestas hasta cortar de manera imprevista la autovía en Despeñaperros.

Los sindicatos de la enseñanza en Andalucía llaman con furia a la huelga del próximo 4 marzo, a los que se unirán los 1.200 monitores escolares, los PTIS que con el cambio de gobierno quedaron en tierra de nadie ni perrito que les ladre.

Los trabajadores de Airbus en España, con la amenaza de los 600 que sobran, reunidos en asamblea, no saben si estudiar hoy el subsidio de paro o el derecho al despido, o si sencillamente, limitarse a esperar que la tormenta pase y llegue el día, el día en que, por fin, las cosas dejen de venir mal dadas.

Hace algunos años confiaron el futuro de Andalucía al sector aeronáutico que estaba a la cabeza, nos vendían, y con proyección internacional; lo mismo que Abengoa fue la empresa española modelo hasta que se derrumbó y sus directivos salieron por la gatera con fondos de pensiones millonarios. Caen los grandes mitos ante los que, del Rey para abajo, todos daban cabezazos.

Fijadas quedan en las hemerotecas las inauguraciones de plantas solares y el descubrimiento del A-400M del que se iban a fabricar un centenar al año. Todo lo que era sólido de desvanece. Y aún sin saber cómo el brexit repercutirá en el Campo de Gibraltar que, a decir por la primeras medidas de Boris Joshon es para echarse a temblar.

Definitivamente parece confirmarse que esta primavera será dura... y caloiente, y la cuaresma será el calvario por venir (Le llaman el porvenir porque nunca llega).

En Cádiz, hasta la cigarra canta: La gente no respeta ni que estemos en carnaval...