La épica de un pueblo en busca del reconocimiento como autonomía histórica

El referéndum del 28F fue épico. El gobierno central exigía que votaran "SI" la mitad más uno en todas y cada unas de las provincias andaluzas. Y todo esto cuando no existía la informática, los censos electorales estaban repletos de errores y el sistema electoral estaba recién estrenado.

Camino lleno de obstáculos

El referéndum tuvo unos prolegómenos muy complicados y unos previos que han pasado a la historia tanto o más que la propia votación. Manuel Clavero, ministro de las Regiones, dimite de su cargo por discrepancias con su propio gobierno, el de la UCD, que pedía la abstención o el voto en blanco. Y por si la dimisión de un ministro fuera poco, el presidente de la Junta de Andalucía inicio una huelga de hambre para protestar porque el gobierno estaba obstaculizando el referédum. Rafael Escuredo reclamaba que los partidarios del "SI" tuvieran su espacio y su protagonismo en los medios de comunicación públicos, fundamentalmente en una única televisión pública que existía entonces, Televisión Española.

Pregunta enrevesada

Y por si todo esto fuera poco, el texto de la pregunta que figuraba en las papeletas era así de enrevesado: "¿Da usted su acuerdo a la ratificación de la iniciativa prevista en el artículo ciento cincuenta y uno de la Constitución a efectos de la tramitación por el procedimiento establecido en dicho artículo?". No obstante, toda esa campaña en contra se volvió en campaña a favor y el pueblo andaluz diría "SI".