El Cádiz debe romper con la historia en el Pizjuán para seguir con vida

Sevilla y Cádiz disputan un derbi regional muy desigual entre un equipo salvado que juega para gustarse después de la angustia extrema de una temporada con tres entrenadores y otro que vive, una temporada más desde su último regreso a Primera, al filo de la navaja.

El Cádiz tiene que ganar porque si no lo hace, ni el empate le vale si sus dos máximos rivales, Rayo y Celta sacan los tres puntos. Estaría en Segunda a falta de dos jornadas. Y no le ha tocado el mejor campo para hacerlo, dado que es de esos estadios gafe que tiene todo equipo. Hasta el punto de que el Cádiz nunca ha ganado en sus 22 visitas al Sánchez Pizjuán. Un balance de 14 derrotas y 8 empates no augura nada nuevo.

Por su parte, el Sevilla, no tiene objetivos clasificatorios acuciantes. salvo quedar lo más arriba posible para no empañar más su imagen y porque también se traduce en ingresos televisivos. Pero de cara a su afición sí tiene el compromiso de no darle más disgustos de los debidos y más tardes de sopor. A ello hay que añadir que su técnico se está jugando una continuidad deseada en la que va a pesar el gusto que deje en el paladar de los rectores del club y la hinchada en este final de liga.

El entrenador del Sevilla, Quique Sánchez Flores, ha declarado en este sentido que desea "alcanzar a equipos que llevan toda la temporada por delante" después de haber "recorrido un gran camino para no llegar nerviosos al final de la Liga". Pero Quique Flores ha advertido que "el Cádiz no va a cambiar su forma de expresarse en el campo", pues "tiene una hoja de ruta clarísima, es intenso, defiende bien, juega directo y centra desde los costados", por lo que vaticinó un "partido incómodo que quedará marcado por quién gane los duelos".