El poder del silencio de Isabel II
En Los reporteros hemos hecho un recorrido por una vida sin la que no se entiende la historia reciente de Europa... y del mundo.
La muerte de la reina de reinas, valorada más por lo que calló que por su ideario, deja al país abocado a redefinir la institución.
El adiós a la reina de reinas, a Isabel II, ha concluido con el funeral de estado celebrado esta semana, que ha reunido a medio millar de mandatarios de todo el planeta. Gran Bretaña deja atrás, con cierto vértigo, una etapa de su historia. Toca redefinir la institución. Y también reflexionar sobre qué rasgos convirtieron a esta mujer en una de las monarcas más queridas y respetadas de todos los tiempos.
En Los reporteros hemos hecho un recorrido por la vida de una mujer sin la que no se entiende la historia reciente de Europa, ni del mundo, y para lo que hemos contado, entre otros, con el historiador británico Paul Preston.
El de Isabel II ha sido un funeral de records acorde a una reina de superlativos: la más longeva, la que sobrevivió a 15 jefes de estado y seis papas, casi 2.000 discursos en su vida, emblema de reyes, icono de artistas… Se han decretado lutos y duelos en todo el mundo. Homenajes a quien fuera una de las mujeres más influyentes, paradójicamente, valorada más por lo que calló que por su ideario. En el silencio cimentó su poder y en su resistencia a toda suerte de avatares.
Isabel II fue la roca sobre la que se construyó la Gran Bretaña moderna. Símbolo de un pueblo que la veía como reina y la sentía como madre. "Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, ya sea larga o corta, estará dedicada a su servicio", dijo cuando a sus 21 años juró servir a su pueblo. Promesa que cumpliría hasta dos días antes de su muerte, cuando recibió a la nueva primera ministra, Liz Truss.
Su despedida ha supuesto 10 días de conmoción nacional con imágenes solo comparables al duelo por Lady Di, la princesa que hizo tambalear la monarquía británica y donde ella tuvo una errática gestión.
ENCUENTRO DE CASAS REALES
En un cuento de hadas, Isabel II construyó su monarquía sirviendo de faro a otras casas reales. Su funeral las ha vuelto a reunir, un momento histórico que ha contrapuesto debilidades y fortalezas. De hecho, la asistencia del rey emérito al funeral ha puesto en evidencia el complejo impás de la corona española. El rencuentro de la familia real española será una de las anécdotas que relaten los libros de historia en el adiós a la soberana de los consensos, la más fotografiada y, aunque parezca absurdo, la más desconocida.
Su hijo se enfrenta ahora a retos como la reacción futura de Irlanda del Norte, una de las primeras paradas de Carlos III en su gira por el país. Mantener la unidad y la lealtad de los territorios independentistas, como logró su madre, es sin duda, otro de sus grandes desafíos. Y es que distintas son las fisuras en la Commonwealth, la asociación heredera del imperio británico: 56 países de los que en 14 Carlos III es ahora su jefe de estado.
