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Los asentamientos, un fracaso social

En enero comienza la temporada de la fresa en Huelva

Más de 4.000 jornaleras marroquíes, contratadas en origen, llegarán a la provincia onubense para una campaña que exige trabajar muy duro

Pendientes de ese trabajo están miles de inmigrantes que malviven en chabolas

'Los Reporteros' nos muestra las condiciones infrahumanas en las que subsisten 

Un problema que arrastra 20 años y que ha empeorado desde la pandemia

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CANAL SUR MEDIA 19 diciembre 2020

Separados a veces, por un par de metros. Es la distancia entre los invernaderos de fresas, motor económico de provincia de Huelva, y otra realidad, también bajo plásticos, la de los asentamientos, un fracaso social de la Europa del siglo XXI.

Son los campamentos de la vergüenza, poblados de cartón, basura y miseria que dejaron sin aliento al relator de Naciones Unidas, Phil Aston que dijo de ellos que nunca vio nada igual, "viven como animales."

Un equipo del programa 'Los Reporteros' nos lo muestra en este reportaje en el que participan inmigrantes como Fatiha el Hayani, Soukoutumba Dankoso, Haya Fofana, vicepresidente de la ONG Asnuci,  Antonio Regidor, técnico de la ONG ACCEM, Phil Aston, relator de Naciones Unidas, Manuel Piedra, secretario general de UPA-Huelva y Jesús Maeztu, Defensor del Pueblo Andaluz.

El equipo de Canal Sur se dirige a Palos de la Frontera, a uno del medio centenar de asentamiento de la provincia de Huelva. Sólo en éste hay 436 chabolas, detrás de cada puerta una historia de frustración, como la de Fatiha, tres años viviendo aquí. Nos abre su casa, como las demás, una celda de plástico, madera y cuerdas. Dejó en Marruecos dos hijos pequeños y ahora tiene dificultad para encontrar un jornal.

Soledad y supervivencia. La mitad tiene documentación, la otra subsiste en la economía sumergida, cobrando menos o en negocios en negro.

Trabajar en la fresa es duro, 40 euros el jornal, bajo el calor de los plásticos, rompiéndose la cintura. Los españoles rechazan este empleo. De 11.000 peticiones se han apuntado 700 y de 700, en marzo han llegado 200.

Sin jornaleros nacionales suficientes, miles de mujeres marroquíes son contratadas en origen cuando, en los asentamientos, hay hasta 5.000 esperando a trabajar.

Tener papeles y un trabajo tampoco garantizan salir de los asentamientos en estos tiempos de plomo y menos aún cuando parte del salario lo envían a sus familias.

Esperanzas ahogadas y sueños rotos. El sentimiento de fracaso atormenta a quienes se arrojaron al mar en busca de una oportunidad y acabaron en estos descampados. 

Hay tímidos avances en un problema que arrastra más de 20 años y cuya solución requiere aunar voluntades, de todas las administraciones y todos los sectores.

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