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El descenso de aves frugívoras en el entorno de Doñana se debe al cambio climático

Las aves frugívoras son decisivas para la regeneración del bosque mediterráneo, pero su número y estado de conservación no dejan de verse afectados por la acción humana.

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19 febrero 2022

Se dice que Doñana es cruce de caminos, vínculo entre continentes, y mirador del encuentro entre el río, el mar y el océano.

Una de las interacciones más antiguas y fértiles se produce aquí entre las plantas y los animales. Mamíferos y, en especial, aves se alimentan de frutos, bayas y semillas que diseminan y abonan con sus excrementos. Muchas especies de árboles y arbustos en el sotobosque mediterráneo dependen de estos frugívoros para asegurar su descendencia y reproducción.

Hace 40 años Pedro Jordano pasó tres temporadas, viviendo en Hato Ratón, en el Parque Natural, estudiando a las aves frugívoras. Ahora un joven equipo de científicos, algunos discípulos suyos, han pasado dos años repitiendo una investigación idéntica para poder comparar con el máximo rigor.

Aunque los mamíferos son también eficientes dispersores de semillas, el estudio está restringido a las aves frugívoras, como el colirrojo tizón, la tarabilla o el colilargo.

Las redes se levantan a diario antes de amanecer. Los pájaros son desprendidos con sumo cuidado. Algunos escapan. Las aves son anilladas, pesadas y medidas por manos expertas. Se anotan especie, edad, sexo y condición física. Las heces son recogidas para analizar los frutos digeridos.

En estos 40 años, las aves han experimentado cambios negativos: hay una menor abundancia de ellas, en especies e individuos, presentan menos cantidad de reservas de grasa y menor peso corporal en relación a su tamaño.

Su calendario migratoria se encuentra adelantado con lo que no siempre coinciden con la maduración de los frutos que son su alimento; Arbustos leñosos como la camarina, el lentisco, el mirto, la zarzaparrilla, el acebuche o el enebro marítimo.

La conclusión de estos científicos es que detrás de estos cambios se encuentra la actividad humana. De manera indirecta, es clave la acción del Cambio Climático y la sequía. Y de manera directa, los cambios en el uso del suelo o la presión de la agricultura intensiva.

Los ecosistemas que presenta Doñana se pueden comprender como un complejo puzle de múltiples dimensiones en el que las piezas casan. Aquí cada fragmento es necesario y tiene importancia propia. En este complejo sistema de interrelaciones, los resultados de este estudio han expuesto lo vulnerable que es, ante la acción humana, este mutualismo de aves y plantas.