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Abandono de animales: ya no te quiero

En España se abandonan 700 perros y gatos al día, lo que nos sitúa a la cabeza de Europa.

En Los Reporteros nos acercamos al abandono, sus consecuencias y a las asociaciones que acogen a las víctimas.

CANAL SUR MEDIA 10 julio 2022

El verano es una de las épocas donde más casos de  abandono de animales se dan. Esta misma semana La Guardia Civil rescataba a medio centenar de perros en condiciones deplorables en una finca en Manzanilla, Huelva. Animales de los que se han hecho cargo distintas protectoras. Desbordados, estos centros hacen un llamamiento a la responsabilidad y piden más ayudas. En sus instalaciones terminan los ejemplares que han pasado de moda, los que fueron objeto de capricho o los eternamente invisibles.

No existe dato oficial, pero Fundación Afinity evidenció que en 2020 se abandonaron 290.000 perros y gatos. Cifra que, obviamente, representa un número muy por debajo del total de animales de compañía que pudieron verse afectados, y que coloca a España a la cabeza de Europa en este maltrato. De momento la adopción se plantea como única solución: no siempre fácil en todas las especies y por algunos condicionantes de la propia legislación.

No hay unanimidad entre perreras y protectoras sobre qué porcentaje de animales corresponde a abandono y cuanto a pérdida, debido al gran número de propietarios que sigue sin identificar. Pero si se atiende a las reclamación de extravíos, estos no rebasarían el 16%.

Según legislación los animales acogidos en toda perrera municipal pueden ser sacrificados a partir del décimo día, si no se localiza al dueño, pero en el hoy Centro de Protección y Control Animal de Sevilla la muerte, salvo eutanasias obligadas, es cero desde 2008 gracias a la adopción, que aquí se acerca al 80%, casi doble de la media española.

Mitos que al aquí parecen quedar en evidencia es que la mitad de los abandonos correspondan a cazadores o que en las instituciones públicas exista maltrato: la prueba del algodón, el escaso número de razas cinegéticas y menor aún de animales temerosos o que rehúyan nuestra presencia.

Para sondear la otra cara de la moneda acudimos a entidades privadas. La primera visita es a la Sociedad Protectora de animales y plantas de Málaga, con más de 700 animales y un presupuesto de gasto en 2021 de 570.000 euros, y del que apenas un 5% corresponde a fondos públicos del ayuntamiento. El resto, cuotas de sus 1.300 socios, donaciones particulares y jornadas de puertas abiertas y mercadillos. En el pasado ejercicio aquí se reseñaron 1.295 entradas de animales, 1.084 adopciones y 24 eutanasias. En Alhaurín el Grande encontramos otro referente histórico andaluz en el acogimiento y cuido de animales: el antiguo CYD Santa María.

Los équidos en semi abandono o con denuncia por malos tratos se han convertido en la prioridad de Virginia y Concordia durante 30 años, siendo hoy un colaborador inestimable para las propias intervenciones del Seprona, pese a no contar con ayudas públicas y ver reducidos por la pandemia sus padrinos en un 60%.

Coincidentemente entre el colectivo de cazadores también encontramos malestar por algunas obligatoriedades hacia sus canes. Es el caso de los confinamientos obligatorios en las perreras durante época de veda, pese a venir reclamando zonas de campeo para su esparcimiento. Cartaya es caso extremo: 14 años reclamando su sociedad un sitio entre las 11.500 hectáreas de pinar comunal de las que como vecinos del municipio resultan propietarios, lo que les lleva a salir y exponerse a ser multados.

Decía Concepción Arenal que no hay animal tan manso que atado no se irrite y ello nos debería hacer reflexionar sobre la suerte que hacemos correr a algunos de nuestros amigos y la vida y mejoras que les damos y podríamos darles. Nuestra pequeña investigación ha evidenciado que desde las propias protectoras se denuncian casos de grupos especializadas en el acogimiento de animales con graves taras o amputaciones para captar ayudas, son los denominados perros hucha. Mientras que por contra a otros se les quita la posibilidad de acogimiento por benefactores particulares tras haber sido acusados algunos de estos de padecer síndrome de Noe.

Sin entrar a valorar la justicia o injusticia por el desconocimiento, lo que está claro es que esta vez nos ha resultado imposible contar con la opinión y escenarios de este tipo de colaboradores necesarios de las protectoras por temor a convertirse en foco de atención y posible crítica. Quizás sea hora de, como aseguran la mayoría de nuestros protagonistas, una mayor valoración e indagaciones a la hora de la concesión de ayudas o nuevas vueltas de tuerca que puedan resultar perniciosas para atender a los sólo 700 perros y gatos que cada día echamos a la calle.

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