Andalucía X el mundo

De gigantes dunas a la Luna, pasando por el Atlántico, con Cristina Márquez

Llegó a esta parte del mundo siguiendo a su marido, que vivía entre Sudáfrica y Namibia.

Recorremos junto a ella paisajes únicos e irrepetibles que nos trasladan a un planeta lejano. Namibia alberga el desierto más grande del mundo, pero también una riqueza natural sin igual.

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Conocemos a Cristina Márquez, una malagueña de Torremolinos que llegó a África por amor hace 2 años. En Swakopmund, ciudad costera de Namibia, regenta el hotel de su suegro junto a su marido y que es historia viva del país. Abierto en 1905, el Hansa Hotel ha quedado como parte de la historia colonial del país. Namibia fue la África del Sudoeste Alemana hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.

Swakopmund está entre el Atlántico y el desierto. Con Cristina descubrimos la belleza del desierto namibio, el más grande del mundo, pero no por ello carente de una vida y un colorido espectaculares. Visitamos el Parque Nacional de Dorob, un ecosistema protegido, especialmente conocido por sus dunas. Encontramos tres de los "cinco pequeños del desierto": un lagarto de día, un escarabajo y una serpiente enana. La travesía la finalizamos ante las aguas del Atlántico, reflejo de la geografía del lugar: desierto y océano.

Con su amiga Ibana, paseamos por un suburbio de Swankopmund. Namibia es uno de los países más desiguales del mundo. Una de cada cuatro familias no llegan al umbral de pobreza. Ibana y su marido gestionan un colegio para escolarizar a los niños del barrio.

Cristina Márquez nos cuenta que antes de llegar a África vivió en San Francisco, Estados Unidos. Fue fisioterapeuta de un club de fútbol americano. Iba para un año y se quedó casi 14. Conoció a su marido en Zaragoza, en el festival Burning Man. Le preguntamos qué echa de menos de Málaga, de Andalucía. Dice que ahora que es madre, "echa de menos a su gente, sobre todo, porque vean al pequeño crecer".

Conocemos a su marido, Tristán, y a su hijo, Eric. Y para despedirnos, Cristina nos lleva a "la Luna" por las lomas escarpadas y áridas de Rössing, una de las minas de uranio a cielo abierto más grandes del mundo.