Célebre también como astrólogo y enciclopedista, Cardano tuvo en los estudios sobre el azar un incentivo vital permanente, y una negra maldición: pese a sus dotes matemáticas y aun habiéndose ayudado de sistemas de cálculo de su propia invención que se consideran precursores de la ciencia actual de la probabilidad, perdió impenitentemente grandes sumas de dinero a los dados y otros juegos. La leyenda afirma que llegó a predecir, y a apostar, sobre el día en que le sobrevendría la muerte. Toda vez que esta no llegaba en el momento predicho, el 20 de septiembre de 1576, se dice Cardano zanjó la cuestión quitándose la vida.