La degradación neuronal sigue una trayectoria en forma de S, lo que indica momentos clave en los que la pérdida de funcionalidad se intensifica. Este estudio, que se encuentra publicado en la revista PNAS, contradice las creencias previas de que el deterioro era un proceso progresivo y lineal o que solo aparecía en etapas avanzadas de la vida. En concreto, los científicos parecen haber demostrado que el proceso se inicia a los 44 años, se acelera de forma significativa a partir de los 67 y alcanza una fase de estabilidad en torno a los 90.
Uno de los principales factores que influyen en el deterioro es la resistencia neuronal a la insulina. A medida que el cerebro pierde la capacidad de utilizar eficazmente la glucosa como fuente de energía, la señalización neuronal se debilita, lo que acelera el envejecimiento cerebral. Los investigadores identificaron que las proteínas GLUT4 y APOE, esta última vinculada al Alzheimer, desempeñan un papel clave en este proceso.