La leyenda del hilo rojo del amor
Existe una antigua leyenda que tiene su origen en la cultura oriental, tanto en China como en Japón, y es que “un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse ”, sin importar el tiempo transcurrido, la lejanía del lugar o lo adverso de las circunstancias.
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El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca se rompe. No es relevante lo que tardes en conocer a esa persona, ni el tiempo que os separe, ni siquiera importa si vives en un lugar recóndito del mundo: el hilo se estirará hasta el infinito pero nunca se romperá. Su dueño es el destino.
Para románticos que creen en la predestinación, la moraleja de esta historia es la de cultivar la paciencia y pensar que si aún no ha ocurrido, que llegará nuestro momento, no correr a buscar nuestro destino que entonces se nos escapa, sino que sea el hilo rojo el que nos lleve allí en “el tiempo, lugar y circunstancia” precisos.
No podemos escapar a nuestro destino, tampoco en el amor. El hilo rojo no es visible porque no necesitamos verlo, solo confiar en que las cosas tienen su por qué. Conviene recordar que leyendas como la del hilo rojo o el mito del alma gemela de origen griego pueden tener su lado negativo si nos obsesionamos con ello, hasta el punto de que consideremos que no vamos a ser felices ni nos sentiremos ‘completos’ si no tenemos nuestra alma gemela a nuestro lado.
No hay que olvidar que el ser humano está perfectamente capacitado para alcanzar la felicidad también en su soledad. El amor en el más amplio sentido de la palabra, no solo en su vertiente romántica, es sin duda la energía más potente que nos mueve, una fuerza que impulsa a continuar adelante siendo el hilo rojo invisible el que teje el sentido de la vida.
