Una productora recibió el encargo del gobierno de Nueva Zelanda de filmar, en 1981, la vida cotidiana de este pueblo de la sierra de Cádiz
Esa película insólita, mezcla de retrato social y costumbrista, inspiró a Antonio González Rueda que ha escrito el libro "El pueblo y yo"
La algarabía de unos críos jugando a ser toreros, la solitaria anciana encalando,el mulo y la venta ambulante o el milenario arado romano. El documental retrata a Villaluenga del Rosario como un lugar pintoresco y exótico a los ojos de unos neozelandeses, pero lo hace con sobriedad y realismo en un momento, 1981, en el que Andalucía está cruzando el umbral entre su pasado y su futuro.
Su valor estriba en que llena una zona de oscuridad en nuestra escasa memoria visual de la época. Y en que lo hace gracias al Ministerio de Educación de Nueva Zelanda que, desde nuestras antípodas, envió un equipo solo para explicarle a sus alumnos cómo era la vida en un pueblo de España.
Los hombres en la taberna jugando a la brisca, las escaleras fregadas aún de rodillas, la rabiosa modernidad de un parque infantil... Estas "Crónicas de un pueblo" parecen remontarnos a los años 60. Pero no. Es 1981 y Villaluenga refrenda el Estatuto de Autonomía. Andalucía va a cambiar, sí. Aunque, 40 años después, algunos valores permanezcan estables.
Crónicas de Villaluenga del Rosario sobre las que el investigador Antonio Javier González Rueda ha publicado un libro, "El pueblo y yo".