LOS REPORTEROS
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El Palo: un barrio anclado al mar

En Los Reporteros nos acercamos a los habitantes de El Palo, una barriada malagueña donde se ubican las viviendas tradicionales de los pescadores.

Viven en situación de ambigüedad legal.

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CANAL SUR MEDIA 16 enero 2022

En Los Reporteros visitamos lo que para muchos es el reducto de la esencia marinera de Málaga, la conocida como cultura "marenga". Les hablamos de El Palo, una barriada en primera línea de playa, donde se ubican las viviendas tradicionales de los pescadores en la capital malagueña. En el año 2013 llegó la oportunidad para regularizar sus casas, gracias a la reforma de La Ley de Costas. Sin embargo, aún permanecen en un terreno legalmente ambiguo, pero muy atractivo para la especulación.

Vivencias ligadas al mar y a la historia de Málaga. Recuerdos de un humilde asentamiento de pescadores que perviven en la memoria de sus vecinos. El Palo sigue siendo hoy una playa de barrio, familiar. Aquí, en la primera línea de la costa, una hilera de casas de no más de dos plantas, arquitectura improvisada y colores variopintos ha resistido al empuje de los grandes hoteles y del turismo.

Manuel es uno de los pescadores más veteranos del barrio. Todavía es capaz de remendar una red. Una imagen que antiguamente era habitual contemplar en las playas de El Palo. Sus habitantes están íntimamente ligados al mar... de él viven y sin él no entienden la vida. Manuel  Pasaba mucho tiempo en la mar. Se iba a Canarias a faenar con los barcos arrastreros. Eran tiempos difíciles y un oficio duro, lejos de la familia.

Un pequeño salón y el baño, que antes era una habitación donde dormían sus seis hijos, eran las únicas dependencias de la casa original. Le costó mucho tiempo ahorrar para construir una segunda planta. Parcelas irregulares y callejones angostos son hoy la seña de identidad de una barriada que los vecinos fueron improvisando sin orden ni regla. Las casas de la playa de El Palo están catalogadas en el PGOU de Málaga como Colonia Tradicional Popular.

Rafael García también se ha criado en este barrio, hijo y nieto de marengos, como se llama en Málaga a los hombres de mar. Francisco Ortega, Arquitecto, destaca que quizá el interés arquitectónico del barrio no es alto porque la construcción no es "muy rica" pero sí que su "carácter social que tiene, cultural y tradicional pues es muy curioso, entonces ha hecho que sea como una especie de nuevo centro histórico fuera de la ciudad y sobre todo ligado y asociado al mar. Y eso ha hecho que a día de hoy pues lo veamos como lo que es, un lugar muy curioso, muy pintoresco donde convive un sueco, un japonés, un chino, gente que viene de turismo, con un malagueño de toda la vida de Dios".

Las vistas que Mercedes Albarracín tiene desde su casa han cambiado mucho. Donde antiguamente solo había chinos y desembocaban las aguas fecales de la ciudad, ahora hay playas de arena y un paseo marítimo.

Desde hace décadas pesa sobre ellos la amenaza de derribo. Según la Ley de Costas que se aprobó en nuestro país en 1988, estas casas, donde han vivido generación tras generación, están construidas en suelo de dominio público marítimo-terrestre. "Cada dos por tres, nos dan un susto de muerte. Empiezan a decir, mira que esto lo van a echar abajo que os van a mandar a tal sitio", dice Mercedes Albarracín. Las viviendas no se pueden escriturar porque el suelo pertenece al gobierno aunque la vivienda en sí es de sus propietarios.

Distintos colectivos y asociaciones de vecinos de la zona han realizado una campaña con la que han vuelto a salir a la calle para reivindicar la regularización de sus viviendas y posicionarse contra cualquier intento de especulación urbanística en la zona. No es su primera protesta. Consiguieron que en 2013 la reforma de la Ley de Costas recogiera su petición. La servidumbre de protección marítima se redujo de 100 a 20 metros, abriendo paso así a regularizar casi 13.000 viviendas ilegales en todo el país. Entre ella, las casas de la playa de El Palo. No obstante, falta el deslinde. La línea de costa pendiente tiene poco más de un kilómetro. 

Durante nuestro paseo por El Palo conocemos a vecinos que viven y trabajan aquí, herederos de una tradición envuelta en una batalla jurídica para evitar la demolición del barrio. Reivindica su valor patrimonial, como últimos reductos de la cultura marinera y mediterránea. El Palo tiene la memoria viva y sigue estando anclado al mar para no perder su identidad.



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