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Feliz despedida de El Cid en la plaza de la Maestranza

Este sábado dijo adiós a la Maestranza de Sevilla.

Canal Sur habló con el torero sobre sus sensaciones en el año de su despedida de los ruedos.

29 septiembre 2019

La ovación del público tras romperse el paseíllo ya marcó el único argumento de la tarde. Las palmas sacaron a saludar a El Cid, que este sábado hacía su último paseíllo como profesional del toreo en una plaza que le ha visto salir hasta cuatro veces por su Puerta del Príncipe.

A la postre ése fue el único hilo conductor de una tarde en la que primó el sentido y la sensibilidad del público sevillano, entregado a tope con el veterano diestro de Salteras desde el primer capotazo hasta la emocionante e intensa ovación final que El Cid recogió en los medios visiblemente emocionado.

Manuel fue fiel a su fama sorteando uno de los toros de mayores posibilidades del desigual envío de Victoriano del Río. Fue el segundo, al que cuajó un ramillete de verónicas que remató con una original media transformada en chicuelina. El animal mantuvo ese buen aire en la brega y El Cid esa fidelidad a su trayectoria más genuina citándolo de largo con la muleta en la izquierda.

El toro se vino con algunas protestas en una ronda que el torero remató con un pase de pecho a pies juntos, muy vertical la planta. El trasteo también fluyó por el otro lado sin que faltara ese calor del público, pero el bicho echó el freno cuando el matador volvió al lado izquierdo. Ahí se había acabado todo y el bajonazo final no ayudó a apuntalar la petición de trofeo que no fue atendida.

Pero la gente, y hasta la banda de música, se entregaron por completo en el último toro que iba a matar vestido de luces en el coso maestrante.

El animal, de fondo manso y escaso contenido, no era el más apto para una apoteosis pero los compases de la banda de Tejera acompañaron desde el primer al último muletazo de un trasteo entregado y movido de terrenos al que no le faltó ese calor constante de los tendidos.

El Cid supo lucirse en los remates y en una encomiable actitud mientras el animal terminaba de cantar su mansedumbre marchándose a los terrenos de chiqueros. Allí lo estoqueó el matador saltereño que contempló su agonía sentado en el estribo. La petición de trofeo fue unánime. Manuel dio la vuelta, la última, llorando sin disimulo. Sus compañeros le sacaron a hombros por la puerta de cuadrillas.

Rompió plaza Enrique Ponce, que había acudido a Sevilla en sustitución de Roca Rey sin estar anunciado inicialmente en el abono. El primero toro que sorteó, brindado a El Cid, fue un ejemplar soso y de feas hechuras con el que sólo pudo mostrarse compuesto y templado. El cuarto, que no se empleó de verdad ni una sola vez, tampoco fue apto para florituras.

Sí tuvo posibilidades de lucimiento el tercero, al que Manzanares toreó sin terminar de romperse por completo aunque un sorpresivo cambio de mano hizo concebir otras esperanzas. Brilló más en los remates que en el toreo fundamental sin lograr remachar su labor con su espada, tantas veces infalible. Tampoco pudo ser con el sexto, al que toreó bien de capa sin redondear nada con la muleta.

FICHA DEL FESTEJO.- Seis toros de Victoriano del Río aunque segundo y quinto estuvieron marcados con el hierro de Toros de Cortés. La presentación resultó desigual, con algunos ejemplares de feas hechuras. El más potable del envío fue el segundo, aunque duró muy poco. También sirvió el tercero. Al resto le faltó fondo.

Enrique Ponce, silencio en ambos.

Manuel Jesús 'El Cid', ovación tras petición y oreja.

José María Manzanares, ovación en ambos.

En cuadrillas, El Lipi, de la cuadrilla de El Cid, saludó tras parear el segundo. Se conmemoraba el centenario de la alternativa de Manuel Jiménez 'Chicuelo' en esta misma plaza aunque no hubo ningún gesto que señalara o delatara el evento.

La plaza se llenó hasta la bandera en tarde espléndida y muy calurosa.

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