Un valle sin Franco
Analizamos un momento histórico. Los restos de Francisco Franco sale del Valle de los Caídos.
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Han pasado casi 44 años desde aquella imagen que quedó grabada en la memoria de los españoles. La pesada losa de granito que sellaba la tumba de Franco cerraba cuatro décadas de guerra y dictadura. Y abría un nuevo periodo histórico, un horizonte lleno de incertidumbre, miedos y esperanzas.
Durante 18 años, 20 mil obreros, muchos de ellos presos republicanos, construyeron en el Risco de la Nava y Cuelgamuros el que iba a ser el mayor monumento del franquismo. A pesar del trabajo esclavo, el coste de la obra alcanzó una cifra astronómica en pesetas, equivalente hoy a más de 6.500 millones de euros.
A la manera de grandes fosas comunes, las criptas laterales de la basílica fueron llenadas con los restos de más de 33 mil personas, incluyendo también muchos fusilados por el bando nacional, trasladados desde toda la Península sin permiso ni conocimiento de sus familiares.
Nos lo cuenta la hija del periodista Daniel Sueiro, autor en 1976 de la que sigue siendo la obra más completa sobre la historia del Valle de los Caídos.
Desde 1959 la basílica alberga también los restos del líder falangista José Antonio Primo de Rivera.
Un incómodo legado que los sucesivos gobiernos de la democracia han evitado acometer. Hasta que el actual ejecutivo decidió con el aval del Congreso que los restos del dictador no debían continuar en un mausoleo público que exaltara su figura.
Después de 15 meses de batalla judicial con los nietos de Franco, el traslado se realizó el pasado jueves 24 de octubre. El proceso de exhumación transcurrió entre fuertes medidas de seguridad, para evitar incidentes, actos de exaltación de nostálgicos de la dictadura y filtración de imágenes.
