TIERRA Y MAR
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La poda del olivar es un recurso apreciado para los espetos

La leña y las ramas de los olivos que estos días se podan en Jaén son un problema para los agricultores y, sin embargo, una excelencia para los espeteros de la Costa del Sol.

19 agosto 2019

El olivo y el espeto de sardinas, tan vinculados a nuestra cultura, mantienen una relación complementaria. Lo que en Jaén sobra, en Málaga falta. Los mayores troncos de la poda estorban en el campo para las tareas agrícolas y por propiciar la plaga del barrenillo, pero es la madera más apreciada en restaurantes, pizzerías, panaderías artesanales y espeteros de la Costa del Sol.

De los sesenta y cuatro millones de olivos de la provincia de Jaén, aproximadamente la mitad se podan cada año. Aunque se mantiene la quema del ramón, ya son muy pocos los olivareros que lo hacen porque la mayoría de las ramas, procedentes de la poda, se acordona en las fincas para que los tractores las trituren  y aporte materia orgánica a la tierra. La poda es necesaria para mejorar la productividad del árbol.

La mayor parte del ramón de la poda de los millones de olivos jienenses se tritura en las fincas, pero los troncos grandes, que no admiten las máquinas, suponen un problema porque no se pueden dejar en el campo. Ya son varias las cooperativas oleícolas que reciben estos palos para su venta al por mayor, y además dar una pequeña compensación económica al socio olivarero.

A los olivareros la recogida de esta madera les quita un estorbo en la finca, y le evita una posible plaga de barrenillo. El barrenillo, después convertido en pulgón también obliga a esta planta a un período de almacenamiento limitado

Lo que para el olivar es un serio problema, es una solución ideal para saborear los espetos de sardinas. Dos emblemas de nuestra cultura, el olivo y el espeto de sardinas son un maridaje perfecto de aprovechamiento y degustación de nuestros recursos.