TE ECHO DE MENOS | PROGRAMA 3
TE ECHO DE MENOS | PROGRAMA 3

Tras la desestabilización de los primeros días, las cosas empiezan a ponerse en su sitio

Veremos cómo arrancan estos primeros días separados y cómo hacen en casa para ocuparse de lo que suelen hacer otros. ¿Hasta qué punto somos conscientes de lo que nos facilita el día a día tener a una mujer cerca? Empezamos a despejar las incógnitas.

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Agencias

Y en nuestro programa previo… El Ronquillo empieza también a hacer sus propias cábalas y elucubraciones mientras la vida intenta transcurrir como antes.

Patricia se ha ido para sorpresa suya y la de sus usuarias. Patricia trabaja como asistente domiciliaria y también los mayores del pueblo a los que atienden se han quedado sorprendidos ¿Pero dónde está Patricia, se preguntan? Así que ante la ausencia de la joven dicharachera y responsable, Bea Díaz intentará ocupar por unas horas su lugar. La reportera se dirige hacia la casa de Luisa, una mujer mayor que va a añorar la ayuda que Patricia le tiende a diario. Haciendo la comida, Luisa reflexiona sobre su propia historia vital de su matrimonio y de las relaciones marido-mujer que había antaño.

Recorremos algunas de las calles del pueblo con Silvia. La recién llegada. Harta de una gran ciudad ha escogido El Ronquillo para cambiar de vida. Desde su punto de vista de urbanita hablará con Bea Díaz acerca de las diferencias que existen entre las mujeres que viven en un entorno rural y las que lo hacen “acosadas” por el estrés de la ciudad.

Y para acabar, las primeras sorpresas en la casa: mientras buena parte del equipo del programa duerme, las mujeres se “hacen fuertes” por la noche con su propia cámara en la que van a reflejar algunos de los momentos más divertidos y distendidos cuando piensan… que nadie las ve. Pero no será así.

Y en Te echo de menos 3:

El despertar de ErnestoCamarero de turno de tarde y noche. Marido de Sandra. Padre de tres hijos y yerno de … Chari. Ernesto suele llegar a casa muy tarde y es Chari, la suegra, la que coge las llaves de su casa y entra tranquilamente cada mañana para despertar a sus nietos, ponerles de desayunar y llevarlos al colegio.

Hasta hoy. Sandra no está y Ernesto va a tener un despertar digamos que agitado a manos de su suegra. Toca correr y ser consciente de que el día parece que empieza temprano y sin Sandra se va a hacer muuuuy largo.

El “estreno” de Manuel. ¡Ay Manuel! Que no ha cogido una fregona en su vida y no se las apaña sin la mujer de su vida, Mercedes, con la que lleva 50 años de convivencia y amor. Mercedes no está asi que Manuel se enfrenta a uno de los grandes retos que le quedan por delante: sí, esa “gran desconocida”. La limpieza de la casa.

Ana, hija de ambos, se dispone a echar un cable a su padre al que ve más que perdido. Los dos se disponen a comprar los productos que Manuel considera va a necesitar pero claro, hay muchos en la tienda y andamos algo perdidos para discernir qué sirve para qué. ¿Qué es lo que Manuel piensa que necesita? ¿detergentes, limpiadores, una mopa? ¿qué es una mopa?

Juan: ¡A correr! María José no está y Juan va a ser consciente por primera vez en este Te echo de menos. María José es administrativa pero desde hace años es una de las cocineras de la residencia de ancianos del pueblo. Hay que dar de comer a 45 personas cada día, dejar la merienda más o menos encaminada y también las cenas. Recepcionar los pedidos, hacer los pedidos, guardar los pedidos mientras con el otro ojo se vigila que no se pegue el guiso.

Y aquí que Juan asume el trabajo de su mujer en la residencia bajo la mirada implacable de la compañera de su mujer, María Luisa, que le va a demostrar el estrés diario con el que convive María José.

Y eso, en la residencia porque al final del turno a Juan le queda otro: tres de sus cinco hijos viven en casa y hay que hacer la comida y empezar con las lavadoras. “¿Otra vez pollo?”, le espeta en la cocina su hija Clara que, a la vez reconoce que podría ayudar mucho más en casa pero que para eso “está mamá”. ¿Cómo terminará el día un extenuado Juan?

Leonardo y los gatos. A Ángeles, esposa de Leonardo, le apasionan los gatos y de vez en cuando les hace un bañito. A Leonardo no le hacen demasiada gracia y, si preguntáramos a los gatos, parece que el sentimiento es recíproco. Así que Leonardo se estrena solo en casa con el baño de uno de los animales de su mujer que, como este programa, parece que no se lo va a poner fácil. ¿Va a tener Leonardo que levantar el teléfono para que alguien le ayude?

Y el día sin Ángeles no ha hecho más que comenzar: lectora voraz y profesora de pintura en El Ronquillo, Leonardo asume por un día las clases de su mujer y parece que el alumnado… no se termina de adaptar a los peculiares métodos de enseñanza del de Jaén.

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